La sociedad de consumo es insaciable y las empresas que la protagonizan están ansiosas por explotar cada mínimo rincón del universo para aumentar sus beneficios. Incluido el espacio. Como cuentan desde Gizmodo, “dos compañías rusas expresaron ya su interés en lanzar avisos comerciales al espacio”. Más concretamente en la llamada baja órbita terrestre, mediante la utilización simultánea de un ejército de drones y liándola mucho en términos de ruidos. Aquí abajo sería como una peli distópica de ciencia ficción: tú haciendo tu vida y una publicidad inevitable reclamando tu atención desde los cielos. Una querencia de las multinacionales que la comunidad de astrónomxs rechaza por completo. Ya piden una legislación especial que prohíba este tipo de anuncios.
En palabras de James Lowenthal, astrónomo del Smith College y miembro del Comité de Protección de la Astronomía, en el citado medio, “la prohibición federal de Estados Unidos contra la publicidad espacial obstrusiva es una barrera esencial contra los que insidiosamente ensuciarían el cielo natural por intereses privados. Sin embargo, la prohibición aplica solo a los lanzamientos de Estados Unidos. Los demás países podrían aprobar los lanzamientos de publicidad espacial desde su suelo, visibles desde todo el mundo. Por eso es esencial que la prohibición sea global”. Porque basta con que un país lo haga para que el resto de la humanidad tenga que tragar con ello. Una contaminación visual horrible y un entorpecimiento para la actividad científica espacial.
Además, y como ya hemos ido aprendiendo por las malas, la contaminación lumínica artificial provoca cambios tanto en nuestros cerebros y conductas como en los del resto de animales. ¿De verdad queremos seguir alterando nuestros ciclos de sueño? ¿En serio vamos a poner en peligro miles de especies animales para que una marca pueda decirte lo buenos que están sus refrescos o lo guay que son sus nuevas zapatillas desde el mismísimo techo del mundo? Es una locura. Como ha explicado el propio Lowenthal, “para los humanos, perder el cielo oscuro y puro de la noche a causa de la publicidad espacial sería profundamente devastador” porque “es fuente de solaz, misterio, maravilla e inspiración para millones de personas”. No nos pueden robar eso también.
Lo peor de todo es que estas intenciones de privatización del espacio no vienen solas: es el resultado de un proceso que ya viene ocurriendo desde muchos años atrás en forma de vuelos privados fuera de la Tierra y movidas de ese estilo. Es algo que la historia del capitalismo nos ha enseñado muy bien: que si no le ponemos barreras éticas a las empresas se hacen con todo lo que pueden sin importar las consecuencias. Y es ahí donde la humanidad merece un pacto mundial. Como el que existe sobre la Antártida, por ejemplo. Hay espacios de nuestra vida que deben estar protegidos del ansia comercial. Hagámosle caso a lxs astrónomos que son los que mejor conocen el espacio. Protejamos lo de todos de esas “cientos de miles de compañías espaciales privadas que pujan por una porción del pastel espacial”.