Basta con darse una vuelta por algún estadio de fútbol para comprender que el racismo sigue vivo. O con bucear un rato en redes sociales. O con escuchar a según qué tertuliano de las mañanas. Y sí, la cosa ha mejorado respecto a unas décadas atrás, pero el problema es que parte de ese racismo superviviente resulta a veces indetectable. Al fin y al cabo, es un mal que lleva tanto tiempo entre nosotrxs que ha tenido tiempo de esconderse sigilosamente dentro del lenguaje. El nombre África, sin ir más lejos, y según cuenta en un artículo para The Conversation el investigador filosófico Jonathan O. Chimakonam, es un término racista que deberíamos cambiar tarde o temprano.
En su nuevo estudio Is Africa a racial slur and shoud the continent be renamed?, elaborado junto con el investigador nigeriano Uti O. Egbai y publicado en la revista especializada African Identities, Chimakonam explica que “el nombre África es un insulto racial” puesto que el vocablo afrike del que proviene “se refiere al clima cálido del continente, quizá de forma exagerada, con la falsa impresión de que es un continente sin frío” en el que todo es puro calor sofocante, lo que “lo convertiría en el proverbial infierno de fuego”. Además, siempre según los expertos, este término está hermanado con otros bastante denigrantes como aethiops (cara quemada por el sol).
¿Y cómo le llamamos?
En este caso, los autores del paper no creen que África sea en sí mismo un nombre ofensivo. No sería ahí donde residiría su lado racista. Sería en la omisión en la que incurre. En palabras de Chimakonam, el problema de este término está “en su silencio sobre los habitantes, su cultura y sus logros”, de manera que da la sensación de que la historia del continente comenzó justo cuando llegaron los europeos. Todo lo que pasó antes allí queda silenciado. Como cuando los libros de instituto españoles hablan del descubrimiento de América. Es terrible. Y más aún si tienes en cuenta las barbaridades colonialistas que destrozaron infinidad de pueblos en estas regiones.
¿Y cómo deberíamos referirnos al continente entonces? “En nuestra investigación proponemos pensar en un nombre como Anaesia -derivado de dos palabras igboafricanas, ana y esi, que significa tierra o lugar de origen, como sustituto del nombre África. Un nombre como Anaesia remite a los hechos históricos del continente como el primer hogar de todos los humanos y donde se habló la primera lengua humana”, cuenta el coautor del estudio. Porque cuando los europeos llegaron a Anaesia no lo hicieron por primera vez: estaban volviendo a casa. Es un hecho que nadie debería olvidar jamás. Todos procedemos de allí. Es la cuna de la humanidad.