En la vida hay que reírse porque en la muerte no se puede, pero hay ocasiones en las que no hay ganas ningunas y la toma de posesión de ayer de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos (sí, otra maldita vez) es una de ellas. Si el movimiento ultraderechista del siglo XX se presentó ante el mundo con una seriedad marcial y una exhibición militar contundente, el que está teniendo lugar en estos momentos lo hace con el meme por bandera. Y así parece menos peligroso. Y así nos entran mejor las barbaridades que todxs estxs reaccionarixs tan macabros y megalómanos sueltan como si nada. Como que Elon Musk haga, lo que parece ser, el saludo nazi frente a millones de personas.
Porque esto ha pasado. De verdad. Tras su eufórico discurso como integrante del gobierno de Trump, a quien ha ayudado horrores a llegar al poder gracias a la influencia de X y de su propia figura de hombre más rico del planeta, Musk se golpeó el pecho con fuerza y levantó el brazo en un saludo tremendamente similar al saludo nazi. Algunos medios israelís lo han denunciado, pero poco más saldrá de ahí teniendo en cuenta el apoyo estadounidense a las barbaridades militares de Israel en Oriente Medio. Algunos medios españoles, como el satírico El Mundo Today, ha decidido abandonar X inmediatamente. Porque no es alarmismo. Esta mierda es muy real.
Trump quiere cambiarle el nombre al Golfo de México
Y muy real sonó la carcajada de Hillary Clinton, asistente al evento en calidad de esposa del expresidente Bill Clinton, cuando Trump soltó que cambiará el nombre de Golfo de México por el de Golfo de América. Quizás porque le parece una chaladura enorme. O quizás porque ve a Trump como un sujeto ridículo muy gracioso. Pero yo no me reiría. ¿Tú te reirías? Esas palabras de Trump solo evidencian su racismo y ganas de enfrentar a sus ciudadanos con lxs ciudadanos latinos que tienen como vecinxs tanto internos como externos. Es el tipo de acción divisora que señala a los otros como enemigos. Que los menosprecia. Que los ataca. Y suele ser solo el principio.
¿Falta algo de machismo en la foto? Pues ahí tienes al reverendo evangelista Franklin Graham, director ejecutivo de Samaritan’s Purse, más que contento con la llegada de Trump al despacho oval, incluyendo entre sus agradecimientos el hecho de que la primera dama, Melanie, fuera tan bella, cálida y llena de gracia. ¿Qué necesidad hay? ¿A qué viene tanta baba? Trump, sin embargo, participó de esa religiosidad: juró el cargo sobre dos Biblias, la de Abraham Lincoln de 1861 y la que recibió de su madre en 1955. Aunque para ser justos con la verdad, no llegó a poner las manos nunca encima de ellas. Solo él sabe por qué, pero a mí de momento nada de esto me saca ni una sonrisa.