Los peligros de querer definir a la generación Z en una sola categoría

La obsesión por etiquetar a las generaciones al extremo puede llevar al simplismo

Ya pasó con los mileniales y ahora vuelve a pasar con la generación Z. De vez en cuando, se pone de moda empezar a publicar diferentes artículos y puntos de vista sobre lo que les define. Que si valoran más el feminismo y la diversidad, que si están todo el día enganchados al móvil y no leen, que si han decidido que quieren salir pronto del trabajo... De acuerdo, puede que encuentres cosas que definan a la generación y algunas en las que incluso todos coincidan, pero no estamos muy de acuerdo en querer definir a una generación.

Para empezar, la mayoría de personas que escriben sobre una generación poniendo una etiqueta suelen formar parte de otra generación. Quien más repite boomer son los zeta y quien más repite zeta son los boomer. Pero, en un mundo dominado por hombres de entre 38 y 55 años, con algunas excepciones, todo lo que se salga de ese patrón pasa a ser un elemento externo, la otredad, la cosa a estudiar. ¿Por qué no se escribe tanto sobre el varón de mediana edad como sobre el resto de identidades con un patrón crítico? Porque generalmente es el que está detrás de las decisiones.

Así, de manera cíclica, nos encontramos con personas de 30 a 50 años participando en tertulias más bien ridículas sobre la juventud, generalmente cuando sucede algo polémico y, como mucho, dando voz a uno o dos jóvenes para que representen a toda una generación. ¿Qué podría salir mal?

Por favor, no caigáis en los prejuicios

Las etiquetas generacionales siempre fallan, aunque haya encuestas como las de conducta sexual o consumo de alcohol que puedan sin duda ser útiles a la hora de solucionar determinados problemas, u otras que elaboran las marcas para acertar con sus consumidores. No estamos diciendo que no haya pautas o conductas que comparta toda una generación, sino que es un error crearse un prejuicio y acomodar a todas las personas de la generación Z a esa definición preestablecida.

Por un lado, hay quien dice que los Z se pasan el día delante de las pantallas. Pero luego, cuando se filtra un vídeo de un gran botellón o de una fiesta polémica resulta que ya no respetan nada y que salen más que nunca. En ocasiones, se dice que las generaciones de hoy tienen más interiorizada que nunca la diversidad sexual y de repente aparece un Tiktoker machista o racista y resulta que las nuevas generaciones son peores en ese sentido. La polarización política también afecta a la generación Z, y ahí está otro motivo por el cual es mejor no querer definirlos.

Sí, la generación Z comparte el hecho de ser nativa digital y en redes, de haber crecido con un futuro incierto y de, en un mundo donde el poder tiene otra edad, tener dificultades para tener voz o poder en las empresas e instituciones tradicionales; a pesar de que estén seguramente en su momento más creativo. Pero querer esforzarse demasiado en cuál es su carácter, su cultura del esfuerzo o su actitud ante la vida por su tramo generacional tal vez sea pasarse. ¿O no habrá diferencias por cuál sea su etnia, su clase social o sus relaciones familiares?