Lo que está ocurriendo en Torre Pacheco estos últimos días es la prueba definitiva de que la ultraderecha ha perdido ya por completo la vergüenza y está desatada. Sus mensajes de odio dan miedo. Sobre todo cuando has leído un poquito la historia del siglo XX y conoces cómo estaba la cosa en cuestión de xenofobia en sus primeras décadas. Es una réplica. Desde el caza al magrebí al moros de mierda y pasando por el vamos a barrer las calles. No es un incidente aislado. Solo el último escalón de un crecimiento terrible de los delitos de odio: según los datos oficiales, cuenta el periodista Álvaro Sánchez, han aumentado un 45% en España en el último lustro.
En concreto, parece ser que hemos pasado de los 1.476 del año 2018 a los 2.150 del año 2023. Y, tristemente, hay bastante probabilidad de que esos números hayan seguido creciendo en 2024 y 2025. Entre otras cosas, porque los partidos de la ultraderecha están promoviendo esos discursos. De hecho, Sumar ya ha pedido investigar si lo que está pasando en Torre Pacheco tiene relación con los llamamientos antiinmigración de lxs miembrxs de Vox. Y, bueno, se establecerá una conexión directa o no, pero está claro que sus discursos racistas están dando alas a los sectores más reaccionarios del país y a los grupos organizados fascistas. Eso es innegable.
Por eso no es casualidad ver cuántos de esos delitos de odio están relacionados con el racismo. Como explica el mismo periodista, “los de tipo racista, que suponen el 41% de los hechos conocidos, se han duplicado en estos cinco años, pasando de 426 a 856 casos”. Son el principal foco de agresión política de la ultraderecha. Esas personas que vienen de fuera a ganarse la vida, a hacer los trabajos que lxs españolxs no estamos dispuestos a hacer y a contribuir de manera decisiva al PIB nacional. No es una opinión random: el BCE calcula que lxs inmigrantes han aportado cuatro veces más al crecimiento del país que lxs nativxs. Nadie te habla de eso.
Detrás de las personas migrantes, el siguiente colectivo que más delitos de odio sufre es el LGTBIAQ+, víctimas de hasta un 23,3% del total. Creíamos que habíamos mejorado mucho y que las lesbianas, los gays, las personas trans, la gente bi y demás estaban ya a salvo. El problema es que conforme más avanzaba la sociedad más se cabreaban los ultras y más odian soltaban. Y ahí están. Propagando el miedo. Lo peor es que, como cierra Sánchez, estos datos son muy a la baja, ya que hay mucha gente que no denuncia por vergüenza o por temor a represalias. “Solo un 6,8% de las víctimas pone los hechos en conocimiento de las autoridades”. Es cosa de todxs protegernos.