Las videntes ciegas que conectan a los vivos con los muertos: de dónde son y cómo actúan

Las itako, originarias de Japón, son chamanas ciegas que actúan como puente entre vivos y muertos. Una tradición milenaria de la cultura nipona que mueve a centenares de personas

En las faldas del Osore-zan, el monte del Miedo, habitan las ‘itako’, chamanas ciegas originarias de una milenaria tradición japonesa. Durante cuatro días al año abandonan su aislamiento para conectar con el mundo de los espíritus. Cientos de personas se trasladan hasta la península de Shimokita (Japón) para hablar a través de las mediums con sus familiares y amigos fallecidos.

Hace unas décadas, en la cultura nipona cuando una niña nacía ciega o perdía la vista, sus familiares la dejaban en manos de las itako, que se encargaban de su manutención y las adiestraban en la práctica de la mediumnidad. Una prueba más que dura, las niñas aspirantes deben aprender de memoria larguísimas invocaciones y, además de vivir en condiciones de extrema abstinencia y aisladas del mundo, solo con la compañía de otras itako.

Las primeras pruebas

Cuando la aspirante está suficientemente preparada para la prueba final, es encerrada en una minúscula cabaña dónde deberá sobrevivir veintiún días a base de raíces y agua. Pasado ese periodo la joven tendrá que probar ante las itakos que ha establecido contacto con los espíritus y puede realizar su trabajo de por vida. Por el contrario, si no ha conseguido la unión con los espíritus, se la enviará a la soledad de las montañas donde estará obligada a quitarse la vida.

La tradición cada vez se esté perdiendo más, es sencillo de entender: los padres no quieren dejar a sus hijas a merced de estos crueles rituales. Muchas pasan las pruebas antes de los 20 años y quedan condenadas a una vida de aislamiento.

Al llegar a la montaña de las mediums, un lago con aguas multicolores y vaporosas desprende un fuerte olor a azufre, marca la frontera entre el mundo de los vivos y el de los muertos; en el interior del templo dentro de diez pequeñas tiendas militares las itako atienden a centenares de personas que esperan ansiosas su turno para conectar con sus seres queridos.

Durante el ritual las videntes cantan y se balancean suavemente, mientras por sus gargantas relatan las palabras de los espíritus. Después entran en trance y, tras la comunicación, vuelven a hablar con el cliente para analizar el mensaje recibido.

Las itako: el puente hacia los muertos

Tiene unos 65 años, su nombre es Take Nakamura y es una de las itako más famosas del monte del miedo. La intensidad de sus gestos resulta sobrecogedora, se mueve como si estuviese siendo torturada por el más allá. Atiende rodeada de ofrendas, talismanes y vestida con un kimono japonés, lista para conectar.

Una pareja de turistas acude a Osore-zan, dispuesta a comprobar los dotes mágicos de las itako, y le pidió a la chamana una conexión. Los turistas escogieron hablar con el escritor ‘Kimitake Hiraoka’ , conocido a nivel mundial por su pseudónimo Yukio Mishima, pasó a la historia por sus obras y por la trágica forma en que murió: se quitó la vida, para responder a su enigma vital, la separación del espíritu y el cuerpo.

La pareja pidió a Nakamura que conectase con él, alegando que se trataba de su mentor espiritual, tras unos segundos en los que Nake se balanceaba, y entraba en trance, les trasladó con otra voz las palabras del escritor:

“Agradezco que me hayas llamado. He estado vagando en el infierno por décadas, y este momento es un gran regalo para mí. Haz lo posible por vivir una larga vida; de esa forma obtendrás frutos en tu existencia. Cuídate. Desde el lugar en el que me encuentro he seguido realizando el mismo trabajo que hacía en la Tierra. He seguido escribiendo. Mi deseo se ha cumplido gracias a que me has llamado. Haz lo que realmente deseas hacer y no te rindas. Lamento haber muerto en la forma que lo hice”.

Le dieron las gracias y le pagaron, mientras ella sonreía y se continuaba balanceando suvemente. Una práctica que solo se realiza durante 4 días al año donde los japoneses aprovechan para -normalmente- conectar con sus familiares y difuntos amigos, por la tarea de las itako, el puente hacia los muertos.