El miedo que le está pillando el mundo a Donald Trump está justificadísimo. Y no porque tenga un plan ultramalévolo. No es esa clase de villano. No es un prodigio entregado a la destrucción. Es precisamente por lo contrario: tiene el timón del país más influyente del mundo y actúa y toma decisiones basadas en el mero capricho y en la incoherencia. Aranceles indiscriminados. Cambio de nombres históricos. Bullying público a Zelenski. Amenazas de querer anexionar Groenlandia. Y ahora va y publica una foto generada con IA en la que aparece vestido de Papa menos de dos semanas después de la muerte de Francisco. Un movimiento muy random que ha provocado la indignación de la comunidad católica.
En concreto, ha sido la Conferencia Católica del estado de Nueva York la que salió este pasado sábado en X a quejarse del presidente estadounidense por esa publicación por considerarla una broma de mal gusto. En sus propias palabras, “esta imagen no tiene nada de ingeniosa ni divertida, señor presidente”. Lo consideran una burla hacia su fe. Y lo peor es que Donald Trump probablemente no tuviera esa intención. Con casi toda seguridad no. Es simplemente que tiene un ego desmesurado que no le cabe en el cuerpo y aprovecha cualquier oportunidad para venderse como el salvador de la humanidad. Como presidente de la mayor potencia del planeta o como líder de la religión más seguida.
De hecho, la semana pasada el propio Trump habló sobre este tema y confesó lo siguiente: “Me gustaría ser papa. Esa sería mi opción número uno. Creo que sería un gran papa. Nadie lo haría mejor que yo”. Y no es que Trump aspire a ser Papa. Por lo menos no en serio. Es más bien su forma de decirle al mundo que no hay nadie mejor que él para lo que sea. Que es el gran gurú. Que es el hombre entre los hombres. Que es la persona a la que hay que aferrarse porque nadie ahí afuera está a su altura a la hora de gestionar las cosas. Ya, ¿y de lo de que Estados Unidos se encuentre en recesión por primera vez en tres años y tenga la peor valoración de un presidente en sus primeros 100 días?
Sea como sea, está claro que la personalidad errática e impulsiva de Trump le está haciendo perder hasta los apoyos de quienes más apostaban por él: los empresarios que están sufriendo las consecuencias de la guerra comercial y el ala más creyente de la derecha estadounidense. Porque lo de la foto ha dolido y mucho por el momento en el que estamos. Como han añadido desde la conferencia, “acabamos de enterrar a nuestro amado papa Francisco y los cardenales están a punto de entrar en un cónclave solemne para elegir al nuevo sucesor de San Pedro. No se burle de nosotros”. Pero aún le queda la comunidad antifeminista y antiwoke. Veremos cuánto tardan en desencantarse...