La maquinaria capitalista tiene la suficiente inventiva como para ir creando armas con las que atraparte en el consumismo. Incluso si eres una persona concienciada con el medioambiente, incluso si perteneces a una generación con fuerte compromiso social como la generación zeta, la realidad es que las empresas siempre encuentran alguna nueva tela de araña con la que engancharte. En estos momentos, y según la opinión de lxs expertxs del sector de la moda, esa tela de araña tiene el nombre de drops. Y sí, aunque no conozcas el término, aunque sea la primera vez en tu vida que lo escuchas, estás absolutamente rodeadx de él. Cada vez más. Es la mina de oro de las tiendas de ropa.
En concreto, y según explica la redactora especializada en fashion retail Marta Godoy, el concepto de drops refiere a “un sistema de venta centrado en limitar la distribución, pero no como alarde de sobriedad sino de exclusividad: lanzamientos de una prenda o de una colección en pocas cantidades, repartidas en varias tandas y lo más importante: durante poco tiempo”. Y no es ninguna novedad. Las estrategias drops llevan décadas entre el arsenal de las empresas. Es simplemente que en la actualidad, y especialmente por las características vitales de la generación zeta, están funcionándole mucho mejor que nunca. Y los van a seguir explotando todo lo que puedan.
¿Qué características? Para empezar, está el FOMO. Sí, es un término un tanto milenial, pero los centenials lo sufren incluso más, pues pasan un tiempo considerable de sus días conectados a la red tratando de estar al tanto de todo. En este sentido, dice Godoy, firmas como Zara, Scuffers o Nude Project están tirando de drops “aprovechando el miedo a perderse algo” de lxs jóvenes actuales. ¿Qué hay unas zapas limitadas que si no las compro ahora no las podré comprar nunca? Allá que voy. ¿Qué solo hay 1.000 unidades de esa chaqueta en toda España? Allá que voy. Ya no es una cuestión de ser especial. De distinguirse. Es de no perderse lo que mola. O lo que dicen que mola. Eso ya es subjetivo.
Pero no solo eso. Como cuenta esta redactora, y basándose en las opiniones de la consultora Beatriz Carranza, los drops están funcionándole a las marcas tan bien porque aprovechan también “la corta capacidad de atención de esta generación”. Un rels. Otro rels. Otro rels. Un vídeo. Otro vídeo. Otro vídeo. Una prenda. Otra prenda. Otra prenda. Todo corto y pasajero. Compacto. Limitado. Además, y según otro especialista, “este proceso genera un juego y esta generación no se conforma con ser meros compradores”. Te dicen que vayas a la tienda X porque solo allí está la nueva camiseta X y es una especie de aventurilla. Juegan con tu sistema dopaminérgico de mil maneras distintas.
Lo hacen porque así pueden seguir ganando dinero. No les importa una mierda que a ti te nazca una contradicción interna horrible. Palabras de Carranza: “hay una desconexión entre los ideales de sostenibilidad de la generación Z y la cultura de consumo”. Pero no es que haya nada malo en ti. No es que hayas nacido con un gen consumista. Te han criado así. Y luego, cuando has empezado a replantearte las cosas y querer ser mejor, te han empezado a embaucar con técnicas como los drops muy difíciles de resistir. Y con influencers. Y con mucho más. Está claro que las redes sociales son el escenario de esta seducción. Consume con moderación y protege así tus ideales.