El viejo truco de la derecha está funcionando: alcanzan las instituciones políticas, desmantelan desde ahí y poco a poco los recursos de la sanidad pública y luego se quejan de que esta no funciona para mandarte a los brazos de la sanidad privada. Fíjate qué desastre. Mira cuánto tienes que esperar para que te atiendan. Igualito que con un médico privado. Hoy, y tras años de recortes en los sistemas sanitarios de algunas comunidades autónomas, como la de Madrid, la creencia de que la sanidad pública funciona bien ha caído hasta un 55%, muy por debajo del 72% del año 2019, según datos del último Barómetro Sanitario. La estrategia les está saliendo bien. Desgraciadamente.
Porque algunos datos claves de la encuesta lo reflejan claramente. Primero, el hecho de que el 38% de las personas encuestas piense que las esperas en los centros de salud y hospitales públicos han empeorado respecto al año anterior. Y sí, es frustrante y peligroso para la salud, ya que detectar a tiempo determinados problemas puede marcar la diferencia. Es normal que te enfades. Es normal que te preocupes. Es lo que pretenden. Porque, segundo, el porcentaje de gente que cuenta con un seguro privado ha aumentado del 13,9% al 23,2%. Es muchísimo. Es una barbaridad. Los centros de sanidad privada se están poniendo las botas gracias a la táctica antipública de la derecha.
Y no es una percepción. Hace unos días se hicieron públicas las sentencias del Tribunal Superior madrileño y del Tribunal Supremo en la que obligan a la Comunidad de Madrid de Ayuso a pagar 8.000 euros a al menos 36 sanitarios de atención primaria por sobrecarga de trabajo. Es de cajón: si cierras centros de salud y no contratas al personal suficiente para atender a lxs ciudadanxs, lxs médicxs que están se tienen que matar a currar para cuidarles. Y si están hasta arriba, si no pueden dedicarle el tiempo que querrían a cada paciente, si el estrés les lleva a no ser todo lo ultraamable que querrías, sales de ahí pensando que vaya mierda la sanidad pública. Pero ese no es el problema.
Ante el ataque a la sanidad pública solo hay una alternativa saludable y no es el sacarse seguros privados: es la unión y la protesta para que el gobierno autonómico de turno cuide de un bien que es de todas. La sanidad pública funciona muy bien. Siempre aparece entre los primeros puestos de los listados de mejores sistemas sanitarios del mundo. La cosa es que lo quieren empobrecer adrede. Quieren que te canses y te pases al bando de la privatización. Pero esa es su victoria y la derrota de la sociedad. Tenemos una sanidad solidaria, generosa y de calidad y no deberíamos permitir que nadie la asfixie para llenar los bolsillos de los suyos. No podemos dejarles ganar. En esto no.