La crisis de la vivienda ha alcanzado tal magnitud que, como bien decía Broncano en La Revuelta el pasado lunes, con Gabriel Rufián como invitado, se ha convertido ya en el único tema que importa. Y obviamente es una exageración, una manera poética de evidenciar hasta qué punto el drama de la vivienda condiciona la vida de la gente. Especialmente la de la gente joven como tú. Si no se soluciona no hay futuro. Da igual que subas un poquito el salario mínimo, que des un bono de alquiler o que reduzcas la jornada. Necesitas un techo. Tan heavy es la situación que el Gobierno va a utilizar los terrenos de antiguas cárceles para construir viviendas sociales por todo el país.
En concreto, y según el proyecto presentado estos días por la ministra de vivienda, Isabel Rodríguez, la idea es construir 1.332 viviendas en terrenos penitenciarios de Sevilla, Córdoba, Denia, Huesca, Zaragoza, Segovia, Briviesca y Madrid, más concretamente en Carabanchel, que acogerá más de un tercio del total de viviendas a edificar. ¿Qué cuándo estarán? La propia Rodríguez ha anunciado que el ministerio trabajará directamente con los ayuntamientos donde se encuentran estos terrenos para agilizar los procesos administrativos lo máximo posible y que esas viviendas existan cuanto antes y ofrezcan dignidad a centenares de familias. Es algo que puede cambiarte la vida.
Además, la ministra ha querido hacer hincapié en el componente simbólico de esta transformación, pues, dice, “pasamos de lugares que fueron celdas a lugares que serán hogares”. Y es que algunas de las prisiones situadas antiguamente en esos suelos fueron utilizadas para reprimir a presos políticos republicanos durante décadas. En este sentido, afirma, todo esto supone una oportunidad de “traer a nuestro recurso y resignificar”. Y eso está muy bien. La memoria histórica es más que necesaria, especialmente en un momento de auge de la ultraderecha y de las ideas fascistas, que se reciben en muchos casos como bálsamo cuando el pasado nos dice lo terribles que son.
Pero, más allá de simbolismos, ¿es esto suficiente? Para nada. Está genial que el Gobierno tome terrenos sin uso, como lo hizo en 2023 con terrenos del Ministerio de Defensa para construir 20.000 nuevas viviendas públicas, y les proporcione un uso prosocial. Estupendo. Pero da la sensación de que el ministerio está dispuesto a hacer todo, absolutamente todo, menos lo más importante: aquello que afecta directamente a la gente poderosa. Porque la situación es tan crítica, jode tanto el futuro de la gente, que ya se habría tenido que intervenir duramente en el mercado y haberse regulado de una vez la compraventa de la vivienda para prohibir la especulación. Esa es la clave.
