Cuando escribí sobre la cancelación de la Vuelta Ciclista, apenas un mes atrás, era muy consciente de que la ilusión desde la que lo hacía tenía que ver con algo aún mayor que el genocidio palestino. Y eso que el genocidio es grande. Una de las mayores vergüenzas de nuestra era. Pero es que Netanyahu y su cohorte de ministros asesinos no son ninguna excepción dentro del panorama internacional. Sí, están llevando el fascismo más que lejos que nadie desde la Segunda Guerra Mundial, pero el despertar del odio está ocurriendo en todo el mundo. Y, afortunadamente, el despertar de una gen Z decidida a no sucumbir a los demonios también.
La gran huelga del 15 de octubre
La huelga convocada hoy en toda España no surge de manera espontánea. Por un lado, es la manifestación de un deseo y una voluntad popular que ya nadie puede negar: la gente no quiere oír hablar de excusas ni de matizaciones, quiere que se deje de masacrar a la población civil palestina. Punto. La cháchara de historia tergiversada para otro día, para cuando no haya niñxs muriendo por una bala en la cabeza cuando van a los puntos de recogida de alimentos. Por otro lado, es la consecuencia del esfuerzo unido de muchas organizaciones sociales, buena parte de ellas conformadas e incluso lideradas por personas de la generación Z.
Sí, estamos en primera línea. Y no solo nosotrxs: hace unas semanas acudí a uno de estos espacios de activismo y de desobediencia civil a crear pancartas para las manis y yo era la persona más vieja de la sala. Aunque los medios digan lo contrario y quieran pintarnos a la gente joven como seres absortos en su propia realidad digital egocéntrica, la realidad es que esxs chavalxs estaban ahí un jueves trabajando durante horas simplemente por conciencia. En las trincheras. En lugares sin mucha visibilidad pero desde el que se construyen protestas como la de hoy. Porque lo que está pasando en Palestina no parará sin más. Hay que pararlo.
Por eso tantos sindicatos de estudiantes de toda España han promovido esta huelga. Porque quienes están ahora en las unis son conscientes de que Palestina es mucho más que Palestina. Es humanidad, claro. Es empatía. Es dignidad. Pero es también una batalla dentro de una guerra por proteger los derechos civiles. Y es que los derechos de los que gozas no vienen garantizados por voluntad divina. Y, créeme, hay mucha gente poderosa a la que le gustaría que los perdieras porque les das absolutamente igual. El sufrimiento de Palestina es horrible y debe parar, pero la gen Z está haciendo que sirva de algo: de unión contra el mal.
El mundo en un momento crítico
No hay que ser especialmente pesimista para ver que el mundo se encuentra en un momento crítico. La especulación de la vivienda promovida por el sistema capitalista y los gobiernos neoliberales ha hecho que te resulte imposible comprar una casa. Incluso alquilar. Es la gran pesadilla de cualquier persona joven. Las ansias de la industria turística hacen que tu ciudad se parezca cada vez menos a sí misma. El infinito ánimo de lucro de las empresas hacen que tu trabajo corra peligro porque en cuanto puedan sustituirte por una inteligencia artificial lo harán. Y la respuesta a la inmigración está siendo lamentable. Todo se está poniendo turbio.
En este sentido, y aunque escuches a 50 cuñados diciendo pero qué tendrá que ver lo de Israel con la vivienda o con los derechos LGTBIAQ+, cada vez más gente está convencida de que la lucha contra el genocidio es un catalizador para otras luchas muy necesarias. Es el escenario en el que nos estamos encontrando y uniendo, en el que estamos viendo que nuestra voz es mucho más potente de lo que veníamos pensando y en el que estamos comprendiendo que somos demasiados como para que nos acallen sin más. Cuando hablamos de Gaza, sí, pero también cuando decidamos hablar de los derechos sociales que quieren robarnos.
Y el efecto contagio es precioso. Tras las manifestaciones durante la Vuelta Ciclista en Madrid, escuché a compañerxs decir que no tardaríamos mucho en ver réplicas en otros lugares del mundo. Y sí, España fue un ejemplo. Lo que hemos ido viendo las siguientes semanas en las calles de las principales ciudades de Europa es en parte gracias a la valentía de la gente de aquí, capitaneada por una gen Z que está descubriendo sus propias fuerzas. Y si no mira lo que ha pasado en Nepal, Indonesia, Bangladesh, Marruecos, Perú, Sri Lanka y muchos otros rincones del mundo últimamente. Estamos despertando. Perdiendo el miedo. Gritando.
Necesitamos a toda la gente decente
Esta tarde habrá manifestaciones en toda España. Y habrá muchísima gente. Más que nunca. Se siente. Y, aún así, siendo tantos, también se te necesita a ti. No al que discute sobre la palabra genocidio, al que dice que el feminismo ha ido demasiado lejos o al que cree que la culpa de su pobreza son los magebríes que viven en nuestro país. No. Te necesita a ti que tienes decencia y empatía y crees que todo el mundo tiene derecho a vivir dignamente. A ti que desearías que lo de Gaza parara inmediatamente. A ti que tienes buen corazón, pero te dan pereza las manis o piensas que no sirven de nada. Porque sí sirven. El mundo lo está viendo.
Y, por favor, no te quedes en casa porque has leído que hay un plan de paz en marcha. Como explican desde Izquierda Revolucionaria, “no estamos ante ningún plan de paz. Washington y Tel Aviv han puesto encima de la mesa una propuesta que legaliza el genocidio y convierte a Gaza en una colonia del sionismo y del imperialismo estadounidense. Y ahora, los patrocinadores de esta masacre quieren hacerse pasar como los campeones de la paz”. Lo que merecen lxs palestinxs es un Estado propio desde el que construir su futuro. Lo que merece el gobierno de Israel es sentarse frente a un tribunal penal. No hay más.
El día de mañana llegará. Y el aspecto que tenga dependerá de eventos como este. Quizá suene excesivo, quizás piense que es una exageración, pero esta huelga importa más de lo que cualquiera de nosotrxs pueda imaginar. Es el gran golpe sobre la mesa y la inspiración para una lucha social que debe seguir adelante. Para que el futuro también sea tuyo. Para que el futuro sea amable y compasivo. Para que sea generoso. Yo sigo teniendo mucha fe porque creo que somos una generación extraordinaria que ha crecido con más derechos que ninguna otra y que hará lo que esté en sus manos para conservarlos. Viva Palestina Libre y la gente decente.