Escenario número uno. Llevas tres semanas estudiando a tope. Sabes que las preguntas del examen serán muy concretas y que tendrás que comprenderlas tal como aparecen y contestarlas tal como se espera que las contestes. De todas tus facultades cognitivas, que son muchas, la de la memorización es aquí la más importante. La imaginación queda en un segundo plano. La capacidad crítica también. Porque si te sales un poco de la respuesta normativa te caerá un suspenso como una catedral. Tienes los nervios por las nubes. Y esa rigidez de la prueba hace que te bloquees y que te resulte aún más complicado rescatar esa respuesta única de lo más profundo de tu mente. Una pesadilla.
Escenario número dos. Has estado tres semanas leyendo el temario con curiosidad. Centrándote en las partes que más llamaban tu atención. Divagando en las ideas que te inspiraban algunas. Generando tu propia postura. Tu propio discurso. Siendo crítico con todas esas cosas que te chocaban. No has tenido que memorizar. Solo comprender. Jugar mentalmente. El día del examen no hay examen: se trata simplemente de una conversación con tu profesorx en la que habláis libremente del temario. No hay reglas. No hay juicios. Es un lienzo sobre el que evidenciar tus ideas más personales acerca de lo que ha estado mamando todas esas semanas. Más versátil. Más libre. Una maravilla.
Esta dicotomía no es solo fantasía
Luis Ángel Campillos, profesor de filosofía de la Universidad de La Rioja, defiende en una publicación para The Conversation el cambio del modelo examinador al modelo conversacional. “Una de las principales ventajas de implementar conversación es que aporta ciertos valores transversales a todas las asignaturas: respetar los turnos de palabra, escucha activa, usar un lenguaje comprensible por todas y todos, etc”. Quizás no memorices la definición de una mitocondria, pero entenderás su esencia, la ubicarás en un contexto más amplio, el de la vida, y ganarás habilidades que te servirán para ser una mejor persona en el futuro.
De hecho, Campillos ofrece una guía acerca de cómo podría aplicarse todo esto. En primer lugar, dice, el profesor ofrece un listado de temas basado en los contenidos de la asignatura. Seguidamente, se forman grupos de trabajo y cada uno de ellos elige uno de los temas propuestos. Y, finalmente, se conversa libremente, conectando el tema con otros temas de interés para lxs estudiantes, mientras se graba en formato de podcast para la evaluación posterior. Una evaluación que medirá más allá de los conocimientos. Una evaluación más personalizada que tendrá en cuenta las fortalezas de cada persona en lugar de analizarlas con una regla universal sin mucho sentido.