Ni siquiera deberíamos estar hablando de esto. Para empezar, el concepto de virginidad responde a una idea de las mujeres y las relaciones sexuales que no se ajusta al panorama de hoy en día, y tampoco a lo que cada vez más se entiende que es el sexo. Diciéndolo de otra manera: tener sexo no es solo meterla, sacarla y ya, por lo que no tiene mucho sentido que esa sea nuestra manera de definir la virginidad.
Pero en una sociedad que habla de sexo incansablemente, es normal que te dé apuro si todavía no has tenido relaciones sexuales (de cualquier tipo) con otra persona. Cuando estás con tus amigxs y se empieza a hablar del tema, no puedes evitar pensar “tierra trágame”. Tampoco sabes qué decir y te persigue la idea de que ya vas tarde.
No te pongas fechas
“Spoiler”: no hay una fecha correcta para tener tus primeras relaciones sexuales. Y es que vale, puede que tengas compañerxs que ya lo han hecho, y que te cuentan cada detalle de sus prolíficas vidas sexuales. Pero hay mil razones por las que tú no has querido o no has tenido la oportunidad de tener estas experiencias, y muchas incluso pueden estar fuera de tu alcance.
En este artículo queremos celebrar que no deberías sentirte avergonzadx por esto. Lo primero que vamos a decir es que mentir no está tan mal. Es decir, tú sabes con quién vale la pena ser genuino y con quién no. Hay gente que tiene cero unidades de sensibilidad, que solo buscan tus debilidades para hacerte daño y que tampoco les importa mucho qué sientas. Ahí te decimos: una mentirita al año tampoco hace daño. O simplemente no querer hablar de esto. “It’s fine”.
Pero más allá de replantearse con qué amistades nos juntamos, aquellas que valen la pena deberían apoyarte y hacerte sentirte queridx a pesar de tus inseguridades y de con cuánta gente te hayas acostado. Aléjate de quienes te hagan sentir mal por ser tú mismx.
Compartirlo te ayudará a normalizarlo (solo si quieres)
Si te sientes cómodx, comparte tu perspectiva con lxs demás. Muchas veces, la vergüenza proviene de mantener cosas en secreto, pero al hablarlo, normalizas tu experiencia y ayudas a otrxs en situaciones similares. Al tenerlo en secreto, la bola se hace más grande. Si lo hablas e incluso relativizas el tema, te ayudará a llevarlo con más tranquilidad.
Enfócate en tus logros: tu valor no se mide por tu vida sexual. Tienes que pensar en tus logros personales y profesionales, tus pasiones y las cosas que te hacen feliz. Y sobre todo no castigarte por seguir tu propio camino.
La diversidad de experiencias humanas incluye a aquellxs que elegimos esperar o todavía no hemos tenido la oportunidad, y esa decisión es tan válida como cualquier otra. En lugar de perpetuar estigmas, deberíamos celebrar la autonomía y el derecho de cada persona a decidir cuándo y con quién queremos compartir nuestra intimidad. En una sociedad verdaderamente inclusiva, todas las decisiones sobre la vida sexual deben ser respetadas y valoradas.