Estáis en el sofá viendo una película y unx de los dos da el paso: todo era una excusa para este momento. Los besos se multiplican y cuando te quieres dar cuenta tienes los dedos en sus pezones. Tu intención es buena. Quieres hacerle disfrutar. Y quizás ocurra. Como explican desde el medio estadounidense Poosh, “para algunas personas un pequeño mordisco, un tirón, una caricia o un juego con la boca son suficientes para liberar señales orgásmicas serias” debido a que en ellas “las terminaciones nerviosas de los pezones estimulan la misma área del cerebro que las terminaciones nerviosas del clítoris o la punta del pene”. Pero quizás no. Quizás sea una de esas personas con excesiva sensibilidad.
”Para otras personas es francamente doloroso. Tienen pezones increíblemente sensibles pero en el mal sentido. Piensa en sensaciones como frotar, raspar o succionar”, escriben desde este medio. Tal vez tú no puedas ni imaginarlo porque a ti te encante que te los toquen, pero estas sensaciones son muy reales en algunas personas. Y son muy desagradables. Tanto que pueden cortarle el rollo por completo y que la libido le baje a niveles del inframundo. Lógico: si estás en plena faena y alguien hace algo que irrita te desconectas del morbo y del placer. Y por eso es tan importante que antes de hacerlo preguntes: hazlo directamente. La idea de que preguntar no es sexy es una tontería enorme.
¿Pero y si estás en el otro lado? ¿Y si eres de esas personas que detestan que alguien les toque o lama los pezones? En este caso tienes que dar un paso adelante para comunicarlo. Al fin y al cabo, la gente no es adivina, la persona que está en tu sofá más cachonda que un conejo no tiene poderes telepáticos. Pero seguro que estará contenta de dejar de hacer algo que no te mola. Simplemente dilo. Y si, a pesar de soler tener esa sensibilidad quieres darle una oportunidad, pero con caricias muy leves o, todo lo contrario, con manoseos poco sutiles, no importa cómo, díselo también. Tú decides hasta qué punto es una zona de exclusión. Tú decides el modo y la cantidad. Tú decides sobre tu sensibilidad.
Una sensibilidad que puede deberse a un cableado nervioso concreto pero también, y según informan desde Poosh, al llamado Síndrome del Pezón Triste (SNS por sus siglas en inglés). Se trataría de “un sentimiento de profunda tristeza, culpa o muerte inminente cuando alguien o algo entra en contacto con los pezones”. Y no, no es una afección registrada por la comunidad científica “pero tiene suficientes pacientes para corroborar que es real”. El tiempo dirá si entra en los manuales médicos. De momento, y con independencia de la causa, respeta la diversidad de sensibilidades de los pezones que hay ahí afuera. Y respeta la tuya. El sexo no tiene un manual de instrucciones. Tiene miles de millones.