Visitar a tu abuela impulsa su esperanza de vida

La soledad incrementa entre un 26% y un 32% la probabilidad de mortalidad

La investigación médica ha estado centrada casi exclusivamente en la salud física a lo largo de su historia. En la actualidad, y tras procesos de concienciación muy complejos y lentos, la salud psicológica también está recibiendo la atención que merece por parte de los especialistas de la salud, de los medios de comunicación y de la opinión pública. No obstante, queda aún una dimensión de la salud por incluir en los debates y en las preocupaciones de la gente: la salud social, pues la cantidad y la calidad de las socializaciones de una persona influyen de una manera decisiva en su cuerpo, en su mente y en su felicidad. La soledad es un infierno. Uno que destruye poquito a poco.

Y no es una licencia literaria. En realidad, y como explican en esta publicación de Vitónica, la falta de contacto social está vinculada con tasas más altas de mortalidad. ¿De qué manera? La ciencia aún no tiene una respuesta clara. Podría ser que la soledad incida fisiológicamente en el cuerpo y genere circunstancias como “presión arterial alterada, función inmune deficiente o deterioro del desarrollo neurológico”. Podría ser que la soledad agrave la salud física de manera indirecta al provocar hábitos de vida poco saludables como una “menor actividad física, mayor consumo de tabaco o mayor consumo de alcohol”. En cualquier caso, las cifras son tristemente muy significativas.

”La soledad, subjetiva u objetiva, aumenta entre un 26% y un 32% la probabilidad de mortalidad”, añaden desde ese mismo medio. Un hecho que confirma una investigación tras otra. La última, llevada a cabo por investigadorxs escocesxs y publicada en la revista especializada BMC Medicine, demostró que las personas que no tienen conexiones sociales reconfortantes ni realizan actividades grupales son una población con un alto riesgo de empeoramiento de salud y mortalidad más temprana. Quizás suene duro, y desde luego pone cierta responsabilidad sobre tus hombros, pero visitar a tus abuelxs, a tus padres y a otros seres queridos en situación de vulnerabilidad social alarga sus vidas.

Pero atención a ese “subjetiva” y a ese “conexiones sociales reconfortantes” porque expresan algo trascendental: que a esas personas que tanto quieres no les vale con unas visitas de mala calidad. Necesitan que pases tiempo de verdad con ellas. Que os divirtáis. Que conectéis. Algo con lo que tú también ganarás mucho. En salud y en satisfacción vital. “Visitar más a nuestra abuela y acompañar a nuestros familiares para que no se sientan solos les dará vida a ellos y también a nosotros porque lo mágico de las conexiones sociales es que son de las pocas cosas que cuando se comparten se multiplican”. Menos móvil. Menos redes. Y más volver a lo esencial.