¿Qué nos ocurre a los jóvenes? ¿Por qué somos los millennials tan malos a la hora de comunicarnos entre nosotros? Por mensaje somos capaces de abrir nuestro corazón o de lanzar mensajes de odio de forma impulsiva. Luego, cuando estamos cara a cara o nos domina la timidez o no sabemos gestionar las palabras o las formas adecuadas. Ya sabemos —porque lo hemos repetido hasta el hartazgo— que la comunicación vía móvil nos ha dado amplias posibilidades a la vez que nos ha cortado ciertas habilidades sociales. Una conversación, en la actualidad, puede ser una lucha por captar o a veces adivinar los sentimientos de la otra persona fijándonos en su comportamiento. Uno de ellos, quizás el más mal interpretado de todos, es el silencio. El silencio no es malo, de hecho conseguir estar con una persona sin hablar y sin sentir incomodidad significa que tenéis un alto grado de comprensión y de confianza.
Ahora bien hay algunos silencios que sí pueden ser negativos para la relación o que pueden demostrar que algo no funciona. Estos silencios la mayoría adoptados por deseo de la propia persona están destruyendo el lazo entre ambxs. Es más, la ausencia de palabras se entiende como una forma de sabotear la relación: como no eres capaz de afrontar lo que ocurre, adoptas el silencio y que sea lo que tenga que ser.
Las relaciones son complicadas, pasan por épocas muy malas y, por supuesto, en algún momento es posible que acaben. Lo que a veces sucede es que el deseo de alguna de las dos personas para que esto se termine, junto a la imposibilidad de enfrentar el inconveniente, la llevan a actuar de un modo negativo: perjudicando a propósito la unión. Esto se observa en comportamientos como ser indiferente, estar en silencio, a través de los celos o la desconfianza, con desprecio o adoptando una postura de víctima para que la otra persona se sienta culpable. Centrándonos solamente en el tema de los silencios, desde Elite Daily hablan de cuatro tipos que demuestran que realmente se os acabó el amor de tanto usarlo.
No dices nada porque no quieres
Esto sucede mucho después de una pelea. Habéis dicho ambxs demasiadas cosas. Entre ellas bastantes han sido dolorosas y nacidas desde el rencor. De esas frases de las que es posible que te arrepientas. ¿Tu forma de reaccionar? Adoptar el completo silencio. Es posible que justo después de un enfrentamiento sea bueno que se calmen las aguas, que cada unx se vaya por su lado para apaciguar lo que acaba de explotar. Hasta ahí bien pero lo que no es positivos es que, aunque la persona te hable, sigas en silencio como si nadie te estuviera hablando. Este comportamiento causa confusión y alimenta la ansiedad de la otra persona por resolver lo que sucede. Es un castigo innecesario.
No dices nada porque no hay nada más que decir
Este es, quizás, uno de los silencios más dolorosos y es de esos que indican que la relación se ha terminado. Además es de esa clase de silencios que no decides tomar sino que simplemente aparecen: adiós a la magia, adiós a la chispa. La comunicación, al igual que la confianza, son claves para garantizar que una relación funcione. Si alguna de las dos desaparece es posible que se haya terminado. Siempre existe la oportunidad de arreglar o de recomponer estos pilares pero si persisten es mejor hablar —al menos por última vez— para que cada unx tome su propio camino. El sendero por el que ibais juntos ha llegado a su fin.
No dices nada porque quieres romper
Hay momentos en un desacuerdo en los que no se logra nada, en los que no existe un terreno común y habéis llegado al punto en el que estáis luchando contra un muro. Una forma de enfrentar esto es con silencio. Es más, a veces es peor que el silencio: comienzas a darle la razón a tu pareja en todo, solo para que se calle. No solo lanzas un mensaje contrario al que opinas sino que sigues hablando aunque no lo desees. Adoptas esta postura durante todo el tiempo que sigue: se te han ido las ganas de intentar llegar a un acuerdo, se te han ido las ganas de entender a la otra persona. No quieres continuar con la relación y piensas que el silencio puede ser la solución. Lo que sucede es que no eres capaz de enfrentar el problema, no eres capaz de gestionar lo que sientes y comunicarlo. Es en este punto donde hay que ser valiente y ahorraros tanto tú como tu pareja la eterna y dolorosa indiferencia.
No dices nada ni por móvil
Hay ocasiones en las que no puedes hablar: estás en el trabajo, en clase, haciendo ejercicio o simplemente mirando el horizonte en un momento de pausa propia. Que sepas tanto tú como tu pareja que tienes derecho a no coger el móvil y a no responder. El inconveniente es cuando tu pareja te escribe y no contestas porque no deseas hacerlo. Porque no te interesa generar conversación, porque te agobia o porque no quieres continuar con la relación. Tu silencio está diciendo mucho pero lo más sano es hablar. Habla con tu pareja. Habla de lo que te preocupa, de lo que no te gusta, de lo que sientes. ¿Piensas que puedes hacerle daño? Es posible que sí, es posible que ambxs paséis por una época mala, sobre todo porque en algún momento hubo mucho amor. Pero es peor no hablar, es peor el silencio.