Si superáis estos momentos claves tendréis una relación indestructible

Todas las parejas pasan por ellos. No depende de vuestro amor ni de vuestras personalidades

Cada pareja enfrenta unos desafíos particulares fruto del choque de sus personalidades y de las circunstancias vitales que van surgiendo con el paso del tiempo. Un trauma. Una infidelidad. Un cambio de ciudad. Forman parte de la aventura única de cada relación. No obstante, existen desafíos generales que se presentan en absolutamente todas las parejas. No depende de cómo sois. No depende de cuánto os amáis. No tiene nada que ver con vuestro nivel de compromiso. Son, afirman desde la revista digital Trendencias, “momentos por los que pasan todas las relaciones que duran que son un punto de inflexión”. Son duros, sí, pero si los superáis os iréis haciendo casi indestructibles.

El primero de ellos tiene lugar aproximadamente a los tres años de comenzar la relación: es el final de la luna de miel, esa etapa en la que los dos vivís inundados de hormonas del amor y del deseo y tenéis tan profundamente idealizada a la otra persona que no veis sus defectos como defectos. A partir de ahí, “cuando llega la fase de desencantamiento, aparecen las primeras decepciones”. Empezáis a veros de un modo más realista. Os despertáis más emociones negativas. Solicitáis más cambios adaptativos en la otra persona. Muchas relaciones terminan aquí. Algunas porque sus miembrxs descubren que no encajan. Otras porque se confunde el fin del enamoramiento con la falta de amor.

¿Habéis atravesado este escollo? Sois fuertes. Tenéis recursos. Y os van a hacer falta porque a los siete, a los once y a los quince años suelen producirse otras nuevas crisis. “El motivo por el que podría producirse una ruptura en estos puntos es que cuando se van sumando años, el conocimiento sobre nuestra pareja aumenta, y sabemos más de sus expectativas y de sus sentimientos. Llegados los siete años nos damos cuenta de que quizá buscamos estilos de vida diferentes”. Os queréis. Sabéis convivir con las taras de la otra persona. Estáis adaptados. El problema es que tú quieres viajar, abrir la relación sexualmente y no tener hijos, y tu pareja todo lo contrario. El choque es serio.

Muchas personas que se encuentran en este cruce de posibilidades deciden apostar por la relación incluso si no parece poder satisfacer todas sus necesidades. Pero a los once y a los quince años vuelve la diatriba. Y al final, a fuerza de pensárselo, mucha gente termina cogiendo su maleta y yéndose a otras movidas. Por supuesto, los años son orientativos. Lxs expertxs no quieren decir con esto que a los seis, a los nueve o a los doce años estéis completamente a salvo de una crisis. Las relaciones no son matemáticas. Es simplemente orientativo. Lo que está claro es que ninguna relación es inmune al paso del tiempo y al surgimiento de las dudas. Lo importante es vivirlo con naturalidad.