Si siempre estás de drama en drama y te excusas diciendo que eres un yonqui del amor, tenemos que decirte que estás en lo cierto. Se puede ser un yonqui del amor. En este club selecto de personas adictas a la montaña rusa del amor se incluiría a Jennifer Lopez.
Helen Fisher, una antropóloga que ha estudiado el amor durante décadas, sostiene que los compuestos químicos que el cuerpo segrega durante el enamoramiento pueden ser más adictivos que las drogas. Aproximadamente entre 12 y 15 meses después de que comienza el enamoramiento, este torrente de hormonas disminuye. Fisher describe el amor romántico como una adicción maravillosa en el mejor de los casos, pero que en el peor puede llevar a la depresión, el suicidio e incluso el asesinato. Los estudios de escaneo cerebral muestran que las mismas áreas cerebrales se activan tanto en personas enamoradas como en adictos a las drogas.
En busca de la euforia del principio
Las personas adictas al amor buscan constantemente esa euforia inicial del enamoramiento. Al estar con una persona a la que queremos o por la cual estamos enamorados liberamos hormonas como la dopamina, la serotonina y las endorfinas. Estas son las encargadas de crear esa sensación de placer que hace que siempre queramos estar constantemente cerca de esa persona.
Uno de los peligros de ser un yonqui del amor es que este estado de adicción emocional implica un estado mental obsesivo, una necesidad irresistible de estar con la persona amada y una pérdida de control sobre los impulsos, lo que centra la vida en otra persona. Esta adicción es la que puede hacer que te cruces toda la ciudad para ver si coincides durante cinco minutos con la otra persona.
La psicóloga Ana Pérez explica a El País que el desarrollo de una adicción al amor es multifactorial. Durante la fase inicial del enamoramiento, la dopamina juega un papel importante, pero otros factores como la historia personal, la autoestima y los problemas de salud mental también influyen. Incluso existe una predisposición genética que puede hacer que algunas personas sean más propensas a comportamientos adictivos.
Superar una adicción al amor requiere trabajo y esfuerzo. Primero, es fundamental reconocer que se tiene un problema. A partir de aquí es básico un buen círculo de apoyo (aka los amigos) y encontrar otras actividades y hobbies que nos hagan sentir bien para no estar buscando siempre la dopamina en la otra persona. Si la cosa es más grave, siempre se puede acudir a un profesional.