A mi padre siempre le ha gustado escribirle cartas de amor a mi madre. En parte porque tiene bastante facilidad para las palabras. La vida le obligó a ser camarero pero pudo haberse ganado la vida como yo: escribiendo y escribiendo. En parte porque es tan emocional que le resulta imposible expresar esos mismos mensajes bonitos cara a cara. Y hoy, con 68 años, lo sigue haciendo tal como el primer día. Y mola. Es un arte que en plena era digital parece perdido y, peor aún, innecesario. Pero no lo es. Sí, hay otras muchas formas de transmitir cariño, pero escribir cartas de amor posibilita una profundidad única en tus sentimientos. Lo que sale de ahí suele ser tremendamente especial.
Eso mismo opinan desde The Gottman Institute, una institución creada por el doctor John Gottman y la doctora Julie Schwartz Gottman para estudiar los secretos del amor. En concreto, dicen, “al redactar una carta de amor te das la oportunidad de concentrarte en tus sentimientos hacia tu pareja” de una manera que no consigues enviándole un GIF en Whatsapp o pasándole una canción de Youtube que piensas que le va a gustar. “Haces una pausa, reflexionas sobre por qué le amas y luego articulas esas emociones en palabras”. A veces con más belleza. En otras ocasiones con más torpeza. Da igual. La honestidad de los sentimientos se reflejará igual. Y eso es lo que importa en realidad.
En este sentido, añaden desde dicha institución, “no se trata simplemente de decir te amo, sino de profundizar en los detalles del por qué y compartir esos sentimientos”. Y esta no es una cuestión nimia. Sí, lo más elemental de todo, lo básico, lo que no puede faltar, es que tu pareja sepa que le quieres de verdad. Sin eso estás haciendo algo mal. Muy mal. No obstante, también es importante que entienda qué admiras de su persona, qué te vuelve locx, por qué le das gracias y todas esas pequeñitas cosas que das por hecho que sabe pero que no tiene por qué saber. Así, las cartas de amor pueden tender nuevos puentes entre vosotrxs y hacer vuestro vínculo más sólido y complejo.
Además, está el factor físico. Porque nuestra mente de sapiens no ha cambiado en unos cuantos años de digitalización: tener algo hermoso en las manos sigue siendo más reconfortante que tenerlo perdido en la nube. Un mensaje hermoso de Whatsapp suele desaparecer entre miles de mensajes posteriores más. Pero una carta de amor se guarda y se tiene siempre a mano. Y eso, en momentos difíciles, puede ser muy estimulante tanto para quien la recibió como para quien la escribió. Una forma de reconectar. De ver con claridad en mitad de la oscuridad. Y encima no pierdes nada por intentarlo. Solo tienes que coger un folio y un lápiz y ver qué pasa. Algo bueno saldrá.