El discurso dominante alrededor del perdón siempre es el mismo: "perdona porque el perdón te aporta una mayor paz mental y más felicidad a largo plazo". Y en la mayoría de casos es cierto. Perdonar es bueno para tu salud en general. Sin embargo, y como explica en un artículo en perdón la psicoterapeuta experta en traumas Amanda Ann Gregory, "cuando los sobrevivientes de un trauma no están listos para perdonar, el perdón puede ser dañino psicológica y físicamente, incluso poner en peligro la vida". Especialmente cuando median algunas circunstancias concretas muy delicadas.
Perdonar a alguien puede esperar
La primera de ellas tiene que ver con tu seguridad. En palabras de este profesional, "si todavía estás en peligro por parte de tu abusadorx, perdonarlx puede ponerte en riesgo de una mayor victimización". Está muy bien, si eres capaz de hacerlo, perdonar a una persona muchos años después de que te hiciera daño intencionadamente, cuando ya te has recuperado y vuelves a tener la fortaleza de tu lado, pero hacerlo cuando aún estás inmerso en la situación de abuso es un error fatal. Como recuerda Gregory, "tu seguridad es más importante que el perdón". Es el momento de mantener altas las barreras.
Aunque no siempre es por protección. Según esta psicoterapeuta, otra circunstancia especial que requiere del no perdón es la necesidad de concentrarse en el procesamiento emocional: "Para evitar el dolor de procesar el trauma, podrías obligarte a perdonar a tu abusador con la esperanza de que al hacerlo reducirá el impacto del trauma. Sin embargo, el alivio que se experimenta suele ser temporal". En su lugar, conviene ir paso a paso y recorrer todo el camino de sanación a pecho descubierto. No es sencillo. De hecho, es bastante doloroso. Pero posibilitará que tus heridas se curen de verdad.
Prioriza en ti y en tu felicidad
Unas heridas que necesitan de tu tiempo y de tu energía. Y esta es precisamente la tercera circunstancia por la que no deberías perdonar tan fácilmente: te estás priorizando a ti. Sí, probablemente en un tiempo, con las aguas calmadas, comenzarás a tener ciertos pensamientos relacionados con el perdón. Una necesidad de cerrar ese capítulo para siempre. Pero ahora no deberías andar invirtiendo recursos cognitivos en la persona que tanto mal te hizo. Su bienestar, su necesidad de ser perdonadx y redimidx, es totalmente secundaria. Ya habrá días para entrar en eso. Hoy concéntrate en tu felicidad.
Por último, y probablemente la más obvia de todas, está la circunstancia del deseo de no perdonar. Por más que escuches charlas TED, artículos de psicología y consejos de colegas que te cuentan que debes perdonar, no estás obligadx moralmente a hacerlo. Ni debes autoforzarte en nombre de tu salud. Escúchate. Siente qué es lo que necesitas. Según Gregory, "no debes perdonar si no deseas hacerlo y no importa cuáles sean tu razones", ya que "necesitas experimentar y expresar tu libre albedrío antes de considerar el perdón". Solo a ti te corresponde decidir algo tan importante. No lo olvides.