¿Qué le pasa al cerebro cuando vivimos un rechazo?

Los estudios demuestran que las reacciones físicas ante el rechazo no son ninguna tontería

Es prácticamente imposible que no lo hayas vivido. En una entrevista de trabajo, todo parece que ha ido de maravilla, pero te dicen que no te han seleccionado. O en una cita, te has quedado del todo encandiladx y cuando llega el momento del beso, te llevas un no rotundo por respuesta. Te recorre una especie de angustia por el cuerpo que te baila de la barriga al cuello, unos calores de enfado...Pero, ¿Qué ocurre exactamente en tu cerebro cuando te rechazan?

Según un artículo reciente de La Mente es Maravillosa, el cerebro percibe el rechazo social del mismo modo que percibe el dolor. La equiparación puede parecer un tanto desafortunada, pero si aplicamos un punto de vista histórico todo adquiere un poco de sentido. Recordemos la época en la que el ser humano era una especie cazadora y recolectora. De manera literal, necesitábamos a los otros para sobrevivir. El ostracismo era sinónimo de muerte, de forma que nuestro organismo desarrolló una alerta para avisarnos del riesgo de marginación.

Una investigación de la Universidad de Michigan dirigida por Ethan Kross y citada en dicho artículo de La Mente es Maravillosa descubrió que el rechazo social activa las mismas áreas cerebrales que el dolor físico. Vamos, que ser rechazado duele.

El cerebro, inmediatamente después de sufrir una lesión física, activa un sistema de analgésicos naturales y libera opioides endógenos, que ayudan a sobrellevar o a paliar el sufrimiento físico. Otro estudio reciente publicado en Nature mostró que esos químicos también se liberan en situaciones de angustia social y de aislamiento. Pero ojo, no solo lo hacen los humanos, sino también los animales. Quienes más puntuaciones tienen en los tests de resiliencia son además quienes más opioides generan, o sea que son más capaces de afrontar esta adversidad.

Esa relación del rechazo con la generación de opioides posterior puede incluso desencadenar en un patrón de conducta similar a la adicción. O sea, te haces adictx al rechazo porque con el dolor asociado a esa negativa se te activa también una recompensa cerebral de placer. Ahí es donde el amor y la pasión activan en ocasiones un circuito algo tóxico en el que la motivación, la ganancia/pérdida, el ansia y la regulación de emociones se disparan.

Todo esto se genera en las mismas regiones que trabajan en otro tipo de adicciones, ya sea de sustancias, de juego, etc. Por eso, a veces recaemos en dinámicas en las que nos atraen personas que no están disponibles y esto puede derivar en una especie de insana adicción al rechazo.