“En verano de 2020, cuando se relajó el confinamiento, me senté una tarde en casa, abrí un vino, cogí Tinder y todos aquellos que me gustaban y con los que había hablado un poco les dije que se vinieran a casa. El primero que dijo que sí, se vino”, recuerda Rosie, una británica que empezó la cuarentena soltera. Normalmente “es algo que no habría hecho”, pero después de tantos meses sin mojar ni ningún tipo de contacto humano, estaba desesperada.
Desde que empezó la pandemia ya han pasado casi doce meses. Un año de personas solteras que encontraban muchísimos impedimentos para forjar nuevas relaciones, con apenas posibilidades empezar una familia o encontrar el amor. Y por eso, son tantos a los que cada vez les da más igual saltarse las normas y arriesgarse a contagiarse de covid, especialmente si creen que la persona lo vale.
“Me da igual coger covid. Ya les he dicho a mi familia que no los veré, así que no los pondré en riesgo. Pero yo voy a seguir quedando con gente desconocida”, dice Belén, de Tiana, un pueblo al lado de Barcelona. Cataluña, con toque de queda, cierre de bares y límites en las reuniones, es una de las CCAA que lleva más tiempo con unas restricciones muy estrictas. Y por eso, la semana pasada, con el confinamiento municipal en activo, un chico de Martorell, en otra comarca, se coló hasta Tiana para tener una cita con ella… en su casa. “Encima, por horarios laborales, tuve que quedar a la hora de la merienda porque con los bares cerrados casi todo el día y con toque que queda, o lo haces así, o tiene que quedarse a dormir en casa, y qué palo”, recuerda.
Es a lo que se ven expuestas tantas personas: como explica The Guardian, solo un 30% de los jóvenes europeos vive en pareja, por lo tanto, tienes un 70% de la población que si quiere sexo, cariño o enrollarse con alguien, tiene que quedar con alguien externo a su unidad domiciliaria. Y claro, si es una pareja estable es, dentro de lo que cabe, una misma burbuja. Pero si estás soltero en medio de la pandemia, la única opción es abrir las puertas de tu casa a un desconocido, algo que, como han asegurado las autoridades sanitarias en numerosas ocasiones durante los picos de covid, es desaconsejable.
“A ver, es que si yo no me expongo a quedar con gente que a saber si tiene covid o no… ¿qué hago? ¿Un año sin f*llar? Pues no. Cuando pensé que sería un mes, dije OK. A la que vi que se alargaba a más de medio año dije que ni hablar, que yo f*llaría con o sin restricciones. Suficiente tengo con estar deprimida por el ERTE y no poder hacer nada con mi vida como, encima, no poner ni tener una mínima alegría sexual”, continúa Belén, “no puedo hacer nada en mi pueblo, literalmente, así que, ya que me expongo a multa y contagio, al menos llevarme un polvo”.
Por supuesto, no es la única. Solo hace falta mirar en tu entorno, seguro que hay muchos que han hecho lo mismo. Como añade The Guardian, este último año ha sido un “año perdido” para todos, y hay personas que sienten que están desperdiciando su juventud. Por ejemplo, esos que creen que cuando vuelvan a las discotecas o festivales “serán viejos”, o a nivel laboral, porque cuando acabe la pandemia seremos serán menos jóvenes y muchos habrán desaprovechado un año de experiencia laboral debido a la mala coyuntura. Y, en este contexto de descontrol y de sentimiento de tiempo perdido, tener citas aunque sea contra la normativa y las recomendaciones sanitarias es la única forma de sentir que no estás perdiendo todo tu tiempo.