No eres nuevx en el juego de la vida. A estas alturas, con tantas conversaciones y discusiones a tus espaldas, con tantas horas de toma y daca, de opinar y escuchar, sabes perfectamente que algunas personas son profundamente egocéntricas y están dispuestas a interrumpirte cuantas veces hagan falta para poder escucharse a sí mismas. Y es muy molesto. Desesperante incluso. Por suerte, John Bowe, formador de oratoria y autor del ensayo Tengo algo que decir: dominar el arte de hablar en público en una era de desconexión, tiene un truquito de tres palabras para pararle los pies al narcisista acaparador de turno: soltarle un contundente [Su nombre], estoy hablando.
Pongamos un ejemplo. Tienes unx compañerx de universidad que siempre quiere llevar la voz cantante y que cada vez que planteas una idea, y tratas de desarrollarla tranquilamente, comienza a boicotearte inmediatamente con sus matices y objeciones en lugar de escucharte hasta el final antes de responder. Imaginemos que se llama Juanan. En el mismo momento en que lo hace, en que te interrumpe sin miramientos, le miras a los ojos, “levantas con firmeza el dedo o la mano” y le dices Juanan, estoy hablando. Salvo que su nivel de vanidad esté a la altura del de Donald Trump, en cuyo caso es una batalla perdida, lo normal es que se avergüence y deje de molestar.
La clave está en el tono con el que hablas
La frasecita tiene sus variantes. Un Juanan, espera a que acabe o un Juanan, ahora tendrás tiempo de responder también podrían funcionar. Tal como explica el propio Bowe en este artículo para la CNBC, la clave está en el tono educado pero serio con el que te expresas y en decir el nombre en algún momento de la frase. Sí, parece un truco barato digno de algún vendehumos de internet, pero tiene sentido: el nombre es un indicativo directo de lo dirigido del mensaje y capta mucho más la atención y la emocionalidad de persona. Piensa sino en tu padre o en tu madre echándote la bronca en plan heavy. Seguro que tu nombre anda por algún lugar de ese recuerdo.
En cualquier caso, y siempre según este especialista de la comunicación, también tienes a tu disposición otra estrategia en caso de que estas tres palabras mágicas no den resultado: se trata de cambiar las reglas del juego. En sus propias palabras, “una vez finalizado el encuentro expresa tus inquietudes y sugiere un cambio hacia un enfoque circular en el que se escuche a un orador a la vez y en el que no se toleren interrupciones”. Por último, y si este ser tan cansino continúa en su línea, puedes intentar unir fuerzas con otros compañerxs de universidad, de trabajo o de piso. Porque seguro que no eres la única persona que lo sufre en silencio. Ya está bien.