Cada relación es un microcosmos en sí misma y este artículo no pretende explicar cada una de las rupturas habidas y por haber en la historia de la humanidad. Sin embargo, escribe la terapeuta especializada en relaciones románticas Michele Weiner-Davis en Psychology Today, existen dos desencadenantes principales que llevan a las personas al desenamoramiento: la incapacidad de seguir cuidando la relación cuando termina la etapa de luna de miel y decaen los niveles de dopamina y las heridas acumuladas a lo largo de los años.
Falta de inversión en la pareja
Qué sencillo resulta invertir recursos en una relación cuando se está en los primeros meses de descubrimiento. Como dice Weiner-Davis, "los primeros compases de una pareja se caracterizan típicamente por un intenso deseo de colocar la relación en una posición principal, teniendo prioridad sobre todo lo demás en la vida". Es esa época de apego casi enfermizo, de conversaciones llenas de revelaciones, de sexo profundamente estimulante y de pura emoción. La conexión física y mental es absouta. Está en tu cabeza todo el día.
Pero entonces el cerebro se habitúa a esos estímulos y comienza a segregar menos dopamina. Pensarle, escribirle e incluso verle ya no generan la misma motivación. Y es aquí donde algunas personas la cagan. En lugar de asumir que esa pérdida de la pasión es normal en toda relación, y que ahora deben hacer un esfuerzo por mantener la conexión, "asumen que han marcado la casilla de relación y que está bien dejarla en un segundo plano, se dicen a sí mismas que hay cosas más importantes que hacer". Y comienza el declive.
Resentimiento acumulado en el tiempo
Algunas parejas, debido al grado de responsabilidad afectiva y al grado de comunicación de una de sus partes o de ambas partes, encaran más desafíos a lo largo del tiempo. Pero ninguna se salva de alguno que otro. Y muchos de esos desafíos generan "una combinación de heridas, resentimientos, ira y decepciones" que "desencadena mayores desacuerdos y una desconexión más dolorosa, debilitando el vínculo sentimental cada año que pasa". Es una cuestión prácticamente imperceptible a causa de su gradualidad. No te das cuenta.
Pero está ahí. En ti, en la otra persona o en ambxs. Y se cuela en la forma en la que os escucháis, en la forma en la que os habláis y en la forma en la que os entendéis. Todos esos rencores brotan del interior. La única manera de depurarlos es la comunicación asertiva y comprometida. En ocasiones a través de la terapia. La cuestión es que tu relación no está necesariamente condenada. Como cierra esta experta, "si estás pensando en terminar una relación importante porque amas a esa persona pero ya no estás enamoradx, piénsalo: puedes volver a enamorarte". Pero hay que trabajarlo.