¿Cuántas citas decepcionantes has tenido durante los últimos años? ¿Cuántas citas en las que en menos de una hora ya sabías que la cosa no iba a ir a ningún lado y aun así te quedabas porque era tolerable y de buena educación hacerlo? Solo tú lo sabes. Pero seguro que muchas más de las que te gustaría reconocer. Y no eres tú solx: al parecer, y según cuentan desde El País, una investigación descubrió que se necesitan tan solo 42 minutos y 29 segundos de media para decidir si volverás a ver a una persona después de una primera cita. Teniendo esto en cuenta, la nueva estrategia Z de ligue tiene sentido: organizar tres citas con tres personas diferentes para una misma noche.
Y esto tiene varias lecturas. Por un lado, el date stacking, como se le viene llamando en Estados Unidos, prueba que las citas son un lugar más cotidiano y menos solemne para lxs zetas que para las generaciones previas. No necesitas un ritual de dos horas de preparación para quedar con unx desconocidx ni esperas una cita llena de solemnidad. Como escriben desde el citado medio, los centenials “prefieren encajar la cita entre la hora de pilares y la comida con sus padres”. Afrontarla con normalidad. Reducir las expectativas. Y minimizar la frustración para cuando las cosas no vayan del todo bien como suele pasar en tantas citas. Eso tiene sentido. Quitar presión a la movida.
La influencia de las redes sociales en nuestras relaciones
Pero, por otro lado, está la cuestión de pasarse de intrascendencia. ¿O acaso es casualidad que una generación nacida entre algoritmos que le exprimen el sistema dopaminérgico, que ha sido entrenada para consumir contenidos cortísimos y efímeros, prefiera tener tres citas de una hora que tener una cita de más de tres horas? Probablemente no. Y eso es peligroso: comenzar a ver a las personas como vídeos de TikTok a los que no merece la pena dedicarle más de unos minutos. Acercarse a las relaciones humanas con impaciencia. Con ansia. Con esa idea tan redsocial de satisfáceme ahora mismo o paso a lo siguiente. Porque a veces las cosas necesitan perseverancia.
Según las palabras de la socióloga Eva Illouz para el mencionado artículo, el date stacking puede convertirse en “un rito más de desapego emocional y ausencia de expectativas”. Sí, optimiza tu agenda. Sí, te hace sentir que tienes más control sobre tus tiempos. Pero también te dificulta conectar con alguien de verdad. Eso está claro. Al fin y al cabo, andas en un estado de hiperatención tratando de encontrar el gesto o la palabra proveniente de la otra persona que te haga decir paso. Quizás, en un mundo que premia el más y más y más, lo más inteligente y lo más saludable para tu mente sea un poquito de menos y menos y menos. Hacer especial las cosas. Darle el valor que merecen.