Así influyen las relaciones de poder en el sexo y la pareja

Las relaciones de poder se exageran en el sexo y eso no siempre es positivo

El poder corrompe. Cuando escuchas esta frase piensas en la típica persona maja que a la que se hace jefa se vuelve insoportable. O en el político que siempre se llenaba la boca con la corrupción y se acaba llenando los bolsillos a través de su cargo. Pero ojo, el poder va mucho más allá, está en todas partes, y por supuesto es un factor a tener en cuenta en las relaciones de pareja. Y el sexo es uno de los escenarios en los que se manifiesta de forma más clara y no siempre de forma saludable. 

Es habitual que en una relación de pareja exista alguien más dominante y alguien más sumisx. Esto de entrada no es negativo e incluso aplicar en el sexo ciertas prácticas sadomasoquistas, o atar a tu pareja, puede ayudar a estimular la relación, pero siempre con la comunicación entre ambas partes y un consentimiento más que claro. Eso sí, hay que tener muy claros los límites porque las relaciones de dominación y sumisión, en tanto que relaciones de poder, pueden afectar negativamente a la relación si se exceden. 

El digital La Mente es Maravillosa explica a partir de estudios que cuando existe una percepción de poder muy elevada por parte de algún integrante de la pareja, esto puede conllevar consecuencias negativas. Por ejemplo, algunos estudios asocian una sensación de poder muy elevada con la infidelidad, ya que al crecerse la persona poderosa tiene un afán de atracción mayor y una sensación de que puede hacerlo en escenarios más allá de la pareja. 

El acoso sexual también tiene que ver con percepciones erróneas del poder y la atracción sexual, sobre todo por parte de los hombres. Una sensación de poder e impunidad puede ser el terreno idóneo para un maltratador o un acosador. 

Pero ojo porque al otro lado también hay matices. La persona sumisa, en el momento que es consciente de su papel en esta interacción también tiene un poder. Y si esta es la única forma que tiene para disfrutar del sexo, es posible que exija a su pareja ejercer el papel de dominante. En esta dinámica de poder paradójica y a la inversa, la persona dominante puede acabar viéndose forzada a cometer actos violentos o agresivos durante el polvo que puedan ser no deseados por su parte y que le hagan sufrir. 

Así que sí, sadomasoquismo o bondage para el sexo si os gusta, pero siempre con comunicación y límites.