Ha llegado la hora de negarte a más relaciones ‘firedooring’

¿Solo viene a ti cuando quiere sexo? Dile nanay y hasta luego

El lenguaje influye muchísimo en la percepción de la realidad. En este sentido, y aunque mucha gente pueda pensar que resulta ridículo andar poniéndole nombrecitos a comportamientos tóxicos que llevan milenios entre nosotrxs, como si fuesen algo completamente nuevo, un hecho inaudito propio del siglo XXI, la realidad es que facilita su visibilización, su identificación y, por tanto, la defensa frente a ellos. Que si ghosting. Que si pocketing. Que si benching. Que si breadcrumbing. Que si negging. Que si love bombing. Que si phubbing. Que si gaslighting. Y este otro relativamente nuevo que puedes incluir en tu vocabulario romántico a partir de ahora: firedooring.

¿Que en qué consiste? Pues muy sencillo: según cuentan desde la revista digital Trendencias, “una relación firedooring es una relación descompensada por completo en la que no existe reciprocidad por ambas partes y que quien lo ejerce solo atiende a la otra persona cuando necesita algo de ella”. Generalmente sexo. Cuando quiere follarte, cuando quiere disfrutar de tu cuerpo, te dedica toda su atención y te habla continuamente. Una vez satisfechas sus necesidades, desaparece paulatinamente o de golpe para centrarse en otras cosas. Tú, mientras tanto, esperas que la siguiente ocasión en la que te busque sea porque quiere algo más real de ti. Pero no.

Y no pasa solo en las relaciones románticas. Algunas personas tienen familiares o colegas que se comportan también de manera interesada a su alrededor. Seres egoístas a los que el concepto responsabilidad afectiva les suena en húngaro. No les importa generar sufrimiento. Y desde luego lo hacen. Como apuntan desde el citado medio, “el control que la persona que hace firedooring tiene sobre la otra provoca no solo dependencia emocional, sino también ansiedad y una baja autoestima si se mantienen”. Unos conflictos internos que se van agudizando conforme el firedooring profundiza más y más y no levantas ninguna barrera para protegerte de él.

En muchas ocasiones el firedooring es cristalino: resulta innegable incluso para quien lo padece, pero el miedo a la pérdida te lleva a aguantar lo inaguantable hasta que terminas rotitx en mil pedazos y ya no puedes más. Otras veces es muy sutil y se enmarca en una relación que tiene pinta de sólida y saludable. Tienes que estar atentx para detectarlo. Identificar el desequilibrio en esfuerzos y en atenciones, el ir y venir de su implicación en la relación, el déficit de su nivel de compromiso. Y cuando lo hagas no dudes: mándale tan lejos como puedas porque una actitud así, un firedooring, no tiene excusa ni perdón alguno. Sabía lo que hacía. Que no te la cuele más.