Estos son los dos tipos posibles de envidia

Las conoces, sí, ¿pero sabes qué hace que suelas sentir una más que otra?

Tienes en casa a la típica hermana perfecta de la que todxs hablan delicias. Tienes fuera a ese amigo tan inseparable como buenorro que atrae todas las miradas. Y tienes en la oficina a la compañera más competente del mundo. Y encima buena gente y divertida como ella sola. A priori, tener a tantas personas excelentes en tu vida debería ser una bendición, pero ese sentimiento tan oscuro que brota a menudo en tu interior, el pinchacito inconfundible de la envidia, impide que puedas disfrutarlo de verdad. Y no es culpa de ellxs. Según una nueva investigación del Tallahasse Community College, en Estados Unidos, la diferencia entre la envidia benigna y la envidia maligna la marca tu personalidad.

Y la naturaleza de cada una es obvia. La primera reconoce la valía en el resto de personas, pero va seguida tanto de admiración como de una predisposición optimista hacia la automejora. Podría resumirse en un es increíble lo que está logrando y me demuestra que yo también puedo. La segunda es oscura. Afilada. Doliente. Y se traduce en emociones de autodesprecio, en desprecio hacia la otra persona o, en muchos casos, en ambas actitudes. Lo que evidencia este nuevo estudio, del que se hace eco la docente de psicología Susan Krauss en Psychology Today, es que tu tendencia hacia esta última tiene su raíz en una orientación psicológica muy específica: la orientación hacia la dominación.

En palabras de Krauss, “si tienen una orientación dominante ven el mundo en términos de peldaños de una escalera que debes subir”. Y eso les lleva inevitablemente a frustrarse y ennegrecer su alma cuando sienten que alguien parece estar muy por encima de ellxs en esa escalinata. Por el contrario, quienes están más orientados a la dignidad son más propensos a la envidia benigna, esa que no solo no emponzoña tu experiencia de la vida y tus relaciones, sino que incluso funciona como una inspiración. Sabes que querer lo mejor para lxs demás, que mirar con bondad y con amor, que priorizar la solidaridad a la competencia salvaje, es el camino correcto. No quieres pisar a nadie. Jamás.

No quieres criticar desde la maldad. No quieres señalar los defectos de tu hermana, de tu colega o de tu compañera de curro para perjudicar su reputación y sentirte un poquito mejor por tus limitaciones. No quieres convertirte en una persona tan mísera. Y no quieres porque ganar siendo así te proporciona infinitamente menos satisfacción que ser el último siendo alguien digno. Para ti es sencillo. Para las personas cuya mente está orientada a la dominación no. Ellas siempre esconderán veneno tras la sonrisa que muestran por tus éxitos. Ellas siempre aprovecharán la oportunidad de pasar por encima de ti. Pero no te enfades. O lo trabajan en terapia o vivirán siempre infelices.