Esta frase devasta relaciones

Es inocente. Hermosa. Esperanzadora. Pero no debe utilizarse a la ligera

Estás pensando en frases horribles. Y es normal: has leído el titular del artículo y has deducido que tendría que ser algo muy bestia para poder tumbar toda una relación. Pero te equivocas. La frase devastadora en cuestión, según la experiencia del doctor en psicología Jeffrey Bernstein, uno de los más mediáticos de Estados Unidos, es una frase en principio bastante bonita: no te preocupes, lo solucionaremos. El problema, dice este experto, no es la frase en sí, sino el hecho de que en muchas ocasiones se utiliza a la ligera sin una acción generosa y significativa posterior. La sueltas por soltar. Por tranquilizar a la otra persona. Por darle esperanza. Pero es un arma de doble filo.

Para empezar, es una frase que puede insuflar falsas esperanzas. Y eso puede traer consigo toneladas de sufrimiento. No te preocupes por haberte quedado sin trabajo justo cuando planeábamos irnos a vivir juntos, lo solucionaremos. A priori, es un comentario precioso, uno que le comunica a la otra persona que son un equipo y están juntxs en esto pase lo que pase. Sin embargo, ese lo solucionaremos se transforma a menudo en un busca tu trabajo que yo tengo mis propios problemas, algo que hace que la persona esperanzada se sienta traicionada, sola y en muchas ocasiones culpable por no ser capaz de solucionar la situación. Los lo solucionaremos deben ser reales. O no se sueltan.

Además, a veces esa frase esconde una minusvaloración del propio problema. No lo dices porque pienses verdaderamente que se solucionará. No lo dices porque estás convencidx de que podrás ayudar. Lo dices para cortar con el drama de la otra persona. Para que podáis seguir con lo vuestro. Para que todo ande normal, la otra persona abandone la tristeza y podáis pasarla bien. Y eso es muy injusto. Tu pareja, tu colega o quien quiera que sea que acudió a ti a contarte su movida estaba muy vulnerable y tú no te preocupes, lo solucionaremos lo recibió con toda la alegría de su corazón. No eran unas cuantas palabras intrascendentes en sus oídos. Eran medicina para su desánimo.

En este sentido, comenta Berstein, “si bien ofrecer tranquilidad y optimismo es útil en cualquier relación, es igualmente importante que las partes respalden sus palabras con acciones significativas y un esfuerzo genuino para abordar los desafíos”. De lo contrario, cuando los actos no cumplen la promesa tácita de las palabras, “se erosiona gradualmente la confianza, la comunicación y la responsabilidad, conduciendo en última instancia al deterioro de la propia relación”. Ser la muleta de alguien es una cosa muy hermosa. Permitirle apoyarse en momentos duros. Hacerle ver que unidxs sois más fuertes y podéis con todo. Pero cuida tus palabras. No quieres hundirle aún más.