Vas a una cita y es terrible. El tío con el que habías quedado no deja de habar de su ex, claramente todavía enamorado. O la tía que te encantaba por Tinder y con la que había un montón de química textual no habla durante la cita. O incluso, después de tres meses de rollo, te hace ghosting y no vuelves a saber nada de esa persona que parecía que apuntaba bien. Has tenido mil decepciones de este estilo. ¿Qué es lo primero que has hecho en estas situaciones? Correr a contárselo a tus amigxs.
“Cada vez que tenía una mala o una buena experiencia se lo contaba a todas mis amigas, dándoles información interminable sobre el hombre que dije que era increíble pero que seguía cancelando mis planes o la cita cuyo perro estaba más interesado en mí que él”, explica en un artículo la periodista Lucy Handley, que ha decidido dejar de contar todos los detalles de su escabrosa vida amorosa a su grupo de amigas.
Típico: todos tus amigxs empiezan a emparejarse o ya vienen con una relación larga y tú, el/la eternx solterx es quien cuenta anécdotas de soltería. “‘Me encantan tus historias’, me dijo una amiga durante una cena grupal el año pasado. Lo tomé como un cumplido: como escritora, mi trabajo es contar historias. Y aunque disfrutaba con las reacciones de mis amigas a mis divertidas historias, eso solo me daba alegría a corto plazo. En el fondo, lo que quería era que mis historias terminaran con amor y felicidad, como las suyas”, confiesa Handley.
Se dio cuenta que, precisamente, haciendo su vida privada tan pública y contando sus constantes desastres amorosos de broma, ella misma perpetuaba este tópico de “la amiga desgraciada pero divertida”, un poco el rol de Bridget Jones. Decidió dejar de hacerlo. Estaba harta de que le preguntasen siempre si estaba conociendo a alguien y ella contarlo todo el oversharing, es decir, no tener filtros y soltar todo sobre tu vida privada para luego soltar sus historias de “pobre yo” cuando fracasaba la relación.
Sintió que siendo la Bridget Jones del grupo se la definía simplemente como una mujer soltera. De hecho, cada vez que empezaba algo sus conocidos esperaban el momento del fracaso amoroso, como buitres alimentándose de sus divertidas anécdotas. “¡A ver qué pasa esta vez!”, le recordaban. No era nada más, no era una periodista de éxito, ella era una mujer soltera fracasando en su constante búsqueda del amor. Y ya está.
Al principio fue difícil: la pregunta de “¿cómo te va en el amor?” siempre salía. Ella empezó a esquivarla, reservando las historias más escabrosas a sus mejores amigas. Pero se sentía mal. Sentía que como eran sus amigxs ella les debía explicaciones sobre su mayor intimidad. “Los límites están bien. Una amiga me preguntó por qué había roto con mi último rollo y le dije que prefería no hablar del tema. Me sentí muy borde rechazando así la conversación, pero cuanto más lo hacía, más fácil resultaba”, confiesa.
Ahora, por fin, sus amigxs ya no le preguntan y no se siente un bufón del amor, como tantísimxs nos hemos sentido en algunos periodos de eterna soltería. Incluso siente menos presión para encontrar pareja. Si no funciona, no funciona. No tenía que forzar el amor porque todos sus amigxs tengan algo y ella no. Mientras no aparezca nadie, disfrutará de su independencia.
Una lección que tenemos que aprender lxs Bridget Jones de nuestro grupo de amigxs: no debemos explicaciones a nadie y nuestra vida privada no son anécdotas para divertir. Aceptarlo hará que estemos más felices solterxs, porque estarlo no es ningún drama, aunque muchxs se empecinen en lo contrario. No caer en el oversharing te ayudará a no sentirte un fracaso en los momentos de bajona. Al fin y al cabo, no, no debes explicaciones a nadie.