Si tuvieses que decir quiénes son las personas más importantes de tu vida probablemente salieran de tus labios los nombres de tu pareja y de tus padres. Seres con los que guardas un vínculo extraordinariamente potente. En un caso porque lo compartís prácticamente todo, y más si habéis dado el paso de vivir juntxs. En otro porque te trajeron a la vida y te hicieron ser cómo eres. No obstante, según cuentan en un artículo en GQ, las investigaciones científicas parecen apuntar en otra dirección: dan a entender que las relaciones más determinantes en tu bienestar y en tu felicidad no son la que tienes con tu novix ni las que tienes con tu familia, sino la que tienes con tus amigxs.
Para empezar, dicen, tus amistades son excelentes a la hora de disminuir tus niveles de estrés, tus niveles de ansiedad y tus niveles de soledad en el día a día. Probablemente más que ninguna otra relación debido al ambiente tan desenfadado con el que suelen desenvolverse. Además, “son fundamentales para mejorar nuestra autoestima y querernos a nosotros mismos”, para llevar una vida de más calidad y, aunque te cueste creerlo, para vivir más años. Sí, tu grupo de colegas, con todos sus defectos, con todas sus disfuncionalidades, es un antienvejecimiento extraordinario. Es tu tribu. El conjunto de criaturas que has elegido y que te han elegido para sobrellevar la vida.
Efectos dañinos de no fomentar las relaciones sociales
De hecho, la potencia de las amistades es tal que, “de acuerdo con la investigación realizada por la psicóloga Julianne Holt-Lunstad, de la Universidad Brigham Young, en Estados Unidos, no fomentar las relaciones de amistad puede tener el mismo efecto dañino sobre nuestra salud que fumar o beber alcohol en exceso”. Y eso no significa que tu pareja no sea megaimportante o que tus padres no sean, de alguna manera, pilares claves en tu existencia. Lo son. Simplemente, y por lo que se sabe de la psicología humana, “algunos expertos han llegado a la conclusión de que los amigos pueden ser más importantes que los propios familiares o las parejas”.
Solo eso. Que no es poca cosa. Es más, estos descubrimientos, pese a ser en cierto sentido preliminares, deberían hacerte reflexionar acerca de tus prioridades. Cuidar tu carrera profesional está bien. Cuidar tu cuerpo está genial. Disfrutar del ocio solitario es a veces muy necesario. Pero en última instancia, al final de una vida, son las relaciones humanas lo que marcan tu relato. Y especialmente esas tan gamberras, tan honestas, tan poco exigentes, tan gratificantes, que llamas amigxs. Así que saca tiempo de donde sea para cuidarles. Para veros. Para hablar. Para escuchar. No caigas en la inercia ni les abandones en mitad de tu lista de prioridades. Te dan la vida. Literalmente.