Cómo saber si sufres un trauma de apego

Te contamos algunas actitudes que pueden tener relación con el tipo de interacción familiar de tu infancia

En muchas ocasiones nos repetimos que las primeras relaciones que tenemos en la infancia son con nuestros padres y que eso hará que lo que aprendamos o suframos en ellas nos acompañará toda la vida. A nuestros padres cuando somos pequeños nos une una gran fuerza de apego, que hará que les echemos de menos cuando no estén o nos sintamos demasiado sobreprotegidos cuando estén demasiado pendientes. Pero las situaciones que tengan peor resuelta esta relación de infancia, estos problemas con el apego pueden generar incluso traumas.

El digital Psychology Today ha elaborado una lista con diez actitudes que de alguna forma pueden estar vinculadas al tipo de apego vivido en la infancia, y que incluso pueden venir de algún tipo de trauma. Para poner la frontera entre lo que es un patrón y lo que es un trauma, seguramente sea necesario consultar a un profesional.

Así, la lista elaborada por la psicóloga Kaytee Gillis incluye en primer lugar un comportamiento con excesiva preocupación de complacer a los otros, que puede estar vinculado a las dificultades de llamar la atención de sus cuidadores en la infancia, que hace que se aprendiera ya desde entonces que hay que hacer esfuerzos para atraer esta atención.

En segundo lugar, el perfeccionismo extremo podría estar vinculado a la negligencia emocional de los padres en la infancia, según la terapeuta porque los cuidadores no permitían cometer errores con normalidad. Sobre aquellos que se comparan constantemente a los demás la autora lo relaciona con una baja autoestima que puede provenir de que, de alguna manera, se te haya inculcado que no estás a la altura.

Las personas que evitan a las otras, en cuarto lugar de la lista, puede deberse al abandono infantil o a grandes heridas, que hacen que el niño aprenda que el contacto humano puede generar daños y por tanto prefieren evitarlo. Las personas que saltan de una relación a la otra pueden estar intentando llenar vacíos de heridas de apegos, mientras que aquellos que tienen límites demasiado rígidos en su relación o quienes, por el contrario, tienen límites demasiado laxos podrían haberlo aprendido de sus progenitores o cuidadores en la espalda.

La necesidad de curar o solucionar la vida a los demás puede tener que ver con haber convivido con alguien con algún tipo de enfermedad en la infancia. Los trastornos relacionados con la alimentación también pueden tener que ver con pasados traumáticos, pues comer puede ayudar a calmar pensamientos intrusivos y dolores internos.

En último lugar, el abuso de sustancias por una parte y los sentimientos de depresión, ansiedad o enojo que no desaparecen, por otra, son otras conductas que pueden ser aprehendidas en la infancia.