Aprender A Ser ‘Nadie’ En La Vida De Alguien

Esto es una oda a los que no dejaron huella. Siempre escribimos de los que nos marcaron, de los que nos destrozaron el corazón a patadas o de aquellos que encumbramos, aunque sea temporalmente, en el pedestal del ‘para siempre’. Nadie hace novelas o

Esto es una oda a los que no dejaron huella. Siempre escribimos de los que nos marcaron, de los que nos destrozaron el corazón a patadas o de aquellos que encumbramos, aunque sea temporalmente, en el pedestal del ‘para siempre’. Nadie hace novelas o películas sobre las personas que pasaron desapercibidas, esas que te cruzas diez años más tarde por la calle y cuando te preguntan “quién era”, contestas “nadie”.

Pero esos ‘nadie’ tienen nombres y apellidos y a veces son los nuestros. Con los años vamos ajustando la puntería y después de unos cuantos batacazos, aprendemos a no dejar volar nuestros sentimientos platónicamente. Sin embargo, todos hemos sido ignorados por esa chica en el colegio, hemos sentido la humillación de enviar un mensaje y no recibir respuesta o nos hemos quedado después de una noche loca junto al móvil esperando una llamada que nunca llegó.

Podemos dejar que estas experiencias nos carcoman nuestra ya maltrecha autoestima o aceptar con deportividad que tampoco está tan mal ser uno de los sapos que a las princesas les toca besar hasta dar con el que las haga vibrar. Gracias a nosotros, a nuestro pequeño granito de arena, habrán aprendido lo que les gusta y lo que no, a conocerse a sí mismos, a gestionar sus emociones y a identificar a aquella persona con la que realmente quieren estar.

Por mucho que nos cueste creerlo en los momentos en los que retozamos en su indiferencia y en los mensajes sin recibir, a nosotros su rechazo también nos habrá ayudado. Porque lo que no te mata te hace más fuerte y, si estás leyendo esto, es que eres más fuerte. Te habrá enseñado a buscar otra cosa, a valorar a quien te valora, a quererte como eres y a pretender que los demás también lo hagan.

Si no te quisieron como quisiste que te quisieran, no se lo tengas en cuenta, más bien dales las gracias, seguramente te libraron de una vida miserable de indiferencias, desprecios y despechos. Porque también las hay. Esas relaciones en las que, por la insistencia de uno, o por miedo a no encontrar ‘nada mejor’, el otro acaba cediendo y viven su vida a medias, tanto el uno por no querer, como el otro por no ser querido.

Crédito imagen: GUDRUN HEAMÄGI