A lxs jóvenes nos suelen retratar como inmaduros, en búsqueda de relaciones frágiles y poco duraderas. Como “generación de cristal”, dicen que solo queremos la retribución inmediata y que vamos de flor en flor buscando sexo esporádico y sin mucho compromiso. Sin embargo, un nuevo estudio parece contradecir esta impresión muy extendida en ciertos sectores de la sociedad.
Según datos de Tinder, más del 50 % de lxs jóvenes de entre 18 y 34 años desea una relación romántica más que solo folleteo sin compromiso. Aunque nos gusta un meneo de vez en cuando, en el fondo de nuestros anhelos y deseos está encontrar una persona que nos sume y con la que construir un vínculo amoroso.
Y a pesar de que muchxs deseamos encontrar una relación estable, no es una opción fácil.
Según la encuesta de Tinder, el 91 % de los hombres y el 94 % de las mujeres consideran que las citas son más difíciles hoy en día. Solo hace falta hablar un poco con tu grupo de amigxs para darte cuenta de las dificultades para encontrar a alguien. El ritmo frenético de nuestras vidas a veces nos hace más difícil tener tiempo para dedicarnos a conocer a más personas.
A esto se le suma la falta de espacios de comunidad en los que conocer a nuevas personas y establecer nuevos vínculos, ya sean de amistad u otra cosa.
Más abiertxs
Quizá haya otra razón por la que las relaciones se nos hacen otra vez muy atractivas. La misma por la que de repente hay un “boom” de bodas y pasar por el altar vuelve a estar de moda. Al final, con la pandemia, nos dimos cuenta de la fragilidad de todxs nosotrxs y de la importancia que tienen lxs demás en sostenernos.
El miedo y la precariedad de nuestros futuros nos empujan a buscar fórmulas de estabilidad, aunque sean tan antiguas y convencionales como las parejas.
Precisamente eso significa que las relaciones que deseamos hoy no tengan por qué ser las de siempre. Explica a El País Isa Duque, psicóloga, sexóloga y autora de “Acercarse a la generación Z”, que en muchos lxs jóvenes sabemos que “este tipo de vínculo canónico no es perfecto y puede fracasar” porque lo hemos visto en primera persona con nuestros padres.
“Esto, junto al acceso a tanta información, permite que sean más tolerantes con respecto a los modelos relacionales, y también que recapaciten sobre sus necesidades”, explica.
El deseo de amar y ser amado no es nuevo, pero lo que ha cambiado es el contexto. Esta generación no rechaza el sexo, pero sabe que el amor, en su forma más genuina, puede ser un acto de resistencia en un mundo cada vez más vacío de significado.