Nuestra estabilidad psicológica y emocional puede verse amenazada por múltiples factores. Y las relaciones disfuncionales con personas tóxicas es uno de los más habituales. Pero hay un problema: es complicado en muchas ocasiones identificar esa toxicidad en las personas que tenemos muy cerca. El acoso, por ejemplo, es una actitud tóxica que cuesta bastante más detectar en nuestra pareja. Así lo cree el experto Ronald Riggio, que nuestra pareja. que "es menos probable que pensemos que nuestros seres queridos podrían ser agresores, pero el comportamiento de intimidación puede ocurrir en relaciones cercanas".
Entonces, ¿cómo podemos protegernos de estas personas? El propio especialista estadounidense establece en este mismo artículo para el medio especializado Psychology Today cinco señales que pueden servirnos para darnos cuenta de que estamos compartiendo nuestra vida con un acosador. Y la primera de ellas puede parecer muy inocente, pero no lo es: poner apodos despectivos. Pueden ser tanto "nombres negativos" del tipo 'idiota', 'estúpidx', 'perrx' o 'bastardx' como "etiquetas de menosprecio" más personalizadas. Llamar 'gorditx', 'debiluchx' o 'tontx' puede tener un gran efecto en la autoestima de las personas.
Lo mismo ocurre con las burlas. Como explica Riggio, "cuando tratas de enfrentarte a los ataques verbales o físicos de tu pareja, esta se burla de ti, tanto para divertirse como para controlarte". Después de todo, si somos infravalorados poco a poco, si nunca se nos toma en serio, si nos empequeñecen, vamos perdiendo el poder que tenemos en beneficio de la pareja acosadora. Y hablando de control, esa es la tercera señal que se puede advertir en una persona que hace bullying: controlar el comportamiento. En palabras de Riggio, el querer "controlar demasiado y no permitir que la pareja tenga libertad y autonomía".
La cuarta señal puede ser detectada incluso más fácilmente por terceras personas que por quienes padecen el acoso. Se trata del desprecio frente a otros. Según este especialista en relaciones, "menospreciar a una pareja ante los demás es otro comportamiento de intimidación". Pero Riggio también introduce aquí el acto de compartir secretos de la pareja de una manera negativa. Imagina por ejemplo que estás escribiendo una novela. La pareja acosadora podría revelarlo ante personas importantes para ti de una manera similar a esta: "Ahora quiere ser escritor/a. Se cree Edgar Allan Poe". Un menosprecio aún más doloroso.
Por último Riggio habla de la señal más evidente de acoso: la agresión verbal y/o física. La primera abarca los insultos y las burlas pero de una manera mucho más violenta que divertida. La segunda abarca tanto las agresiones físicas com las agresiones sexuales. Como dice el experto, "obviamente los ataques agresivos son graves y a menudo son el detonante para buscar ayuda o salir de la relación". Son el último escalón del acoso. Pero eso no significa que el resto, los apodos, las burlas, el control o el desprecio sean nimiedades. No hay nada que justifique esos comportamientos. Y debemos estar atentxs para cuidar de nosotrxs.