Poner filtros en tus selfies está destruyendo lentamente tu autoestima

Consiste en obsesionarse con defectos ficticios creados por culpa del rostro inhumanamente perfecto que conseguimos con algunos filtros

El de la nariz, orejas y ojitos de perro. O el que te transforma en un adorable gatito. O ese que suaviza tanto tus rasgos que pareces literalmente otra persona. Los filtros de Snapchat o Instagram parecen un juego, un inocente embellecimiento para echarse unas risas. Pero resulta que no. Según una investigación publicada en la revista médica estadounidense JAMA Facial Plastic Surgery, las selfies con filtros "borran la línea entre realidad y fantasía", haciendo que quienes abusan de ellos acaben queriendo convertirse en esas versiones mejoradas de sí mismos. Es lo que los especialistas están empezando a llamar dismorfia de Snapchat.

Porque los likes son muy golosos. Diez. Cien. Trescientos. Los filtros de tus selfies las hacen más bonitas y te enganchas a esa sensación de victoria. También en Tinder o Bumble, donde tus filtreadas fotografías te valen infinidad de suculentos matchs. Hasta que los conoces en persona y te sueltan aquello tan doloroso de "no te pareces en nada a tus fotos". La batalla ha comenzado. En una esquina del cuadrilátero, tu cara real. En la esquina opuesta, esa imagen desvirtuada, inmaculada e imposible de los filtros. Vas a perder y, como tantas otras personas, podrías acabar lanzándote a la cirugía para arreglar defectos imaginarios.

El cirujano plástico Wassim Taktouk lo vive constantemente. "Lo primero que hace cualquiera de estos filtros es darte un hermoso cutis. En ellos las líneas naso-labiales no existen. Pero eso no es un rostro humano", explica en las páginas de Wassim Taktouk. Por eso Taktouk intenta abrirle los ojos a quienes acuden hasta él cargando con este Wassim Taktouk provocado por tanto filtro: "Me dijo 'quiero lucir así'. Era impecable en esa fotografía, sin una sola marca normal en cualquier rostro humano. Le contesté que si esa es la imagen que pretendía obtener de sí mismo, se estaba conduciendo hacia la decepción".

No es un caso aislado. En una encuesta interna de la Academia Americana de Cirugía Facial Plástica y Reconstructiva, un 55% de los cirujanos aseguraron que la motivación de sus clientes para ponerse en sus manos era lucir mejor en selfies. Ojos redondos gigantes, narices canónicas, labios carnosos. Colágeno, ácido hialurónico, polimetacrilato de metilo. Y cada vez más barato. Por eso empresas de botox como Academia Americana de Cirugía Facial Plástica y Reconstructiva realizarán exámenes de salud mental a quienes quieran contratar sus servicios. Para que nadie cambie su cuerpo motivado por la envidia a una autoimagen filtrada 100% fake.