En las primeras semanas de confinamiento, Marina se sentía fenomenal. Hacía más videollamadas que nunca con toda su familia: siete caras sonriendo en su portátil. También con sus amigos, incluso con los que no se juntaba desde hacía años. Era divertido, una novedad, como jugar al confinamiento. Aprovechó para limpiar bien la casa y ver series de culto, y sobrellevaba la soledad en su apartamento de Madrid mientras teletrabajaba como ejecutiva de cuentas en una agencia publicitaria.
A medida que iban pasando las semanas, el confinamiento en solitario se iba haciendo cada vez menos soportable y Marina empezó a hacerse preguntas: “Hasta la cuarentena, estaba bastante contenta con mi situación: había conseguido un trabajo en Madrid, vivía sola, cobraba lo suficiente para vivir y darme caprichos… Pero cuando empecé a tomar conciencia de todo lo que estaba ocurriendo, me di cuenta de que mi trabajo no solo no era esencial, sino que era totalmente intrascendente”.
La crisis que nos ha abierto los ojos
“Cuando estaba cursando la carrera, aspiraba a trabajar en una gran agencia publicitaria, como McCann o CPB, para grandes marcas y contribuir de alguna forma a la historia de la publicidad. A lo mejor es que he tenido demasiado tiempo para pensar, demasiado tiempo en silencio, pero ahora veo que con 30 años me he anclado en una agencia pequeña y mi trabajo apenas tiene valor”, reflexiona.
La epifanía amarga llegó a finales de mayo, cuando Marina se vio reflejada en un vídeo del dúo cómico Pantomima Full, en el que se caricaturizaba el trabajo de los creativos del sector de la publicidad durante la crisis. “En el WhatsApp del trabajo nos reímos comentándolo, pero yo me sentía mal porque me estaban retratando. ¿Qué puede tener de especial mi trabajo si dos personas que ni siquiera se dedican a lo mismo que yo son capaces de hacer una parodia tan acertada?”, se preguntó Marina.
“Hay gente que ha caído en una depresión a raíz de todo esto. No hay datos ni estudios porque todavía es muy pronto, pero es lo que estamos viendo en nuestro entorno. Son depresiones sin un punto de origen claro, causadas por ese corte abrupto en el estilo de vida, ese vacío, esa incertidumbre”, explica el psicólogo Francisco Tabernero. “La gente vuelve a la vida normal sin haber tenido los recursos necesarios para gestionar esos malestares, y necesita apoyo psicológico para regresar. Pero es difícil generalizar, ya que hay muchos matices”, apunta.
El caso de Ángela es distinto y encaja más en esta última definición. Para ella, el confinamiento fue destructivo. Siguió trabajando como trafficker de un medio de comunicación desde casa, pero las circunstancias le superaron, según cuenta ella misma. “Creo que el hecho de salir a aplaudir cada tarde al personal sanitario, de ver que aplaudíamos hasta al personal de limpieza del Congreso… todo eso me hizo darme cuenta de lo que es realmente mi trabajo, y lo que no es”, dice Ángela.
“Yo tenía la sensación de que mi trabajo era importante, de que cientos de miles de personas al mes iban a ser impactadas por la publicidad que gestiono, pero al tener tiempo para reflexionar me di cuenta de que mi trabajo básicamente no le importa a nadie”, sentencia Ángela. “A nadie le gusta ver publicidad en las webs, la gente usa bloqueadores de anuncios. Cobramos publicidad que se carga, pero que muchos usuarios ni ven, y si la ven, seguramente no se fijan. Jamás reconoceré esto en público, al menos hasta que no me dedique a otra cosa, pero mi trabajo y todo su entorno se basan, en buena medida, en una mentira que todo el mundo quiere creerse para que el negocio no se acabe. Es desmoralizante”.
¿Por qué no lo habíamos visto antes?
Las vivencias de Marina y Ángela no son un asunto trivial. En ocasiones, esa sensación de vacío y de indefinición que para algunos puede ser pasajera, para otros se puede transformar en la chispa para un cambio de vida: retomar la formación para aprender nuevas habilidades, llenar el tiempo libre con nuevas tareas más altruistas… Sin embargo, otras veces la palanca de cambio es inexistente y la situación acaba teniendo consecuencias adversas.
El agravio comparativo frente al personal sanitario, de limpieza o de distribución alimentaria está ahora muy presente. Quizás no para todo el mundo, pero sí para las personas más propensas. “El contexto ha sido el siguiente: la televisión ha reforzado de forma positiva a todas esas personas que han dado la cara trabajando en primera línea, mientras el resto tenían que quedarse en casa, y cada día ha habido homenajes a las 8 de la tarde. Todo eso, a muchas personas vulnerables les ha hecho replantearse su valía personal. Ha hecho que se preguntaran ‘¿Es que yo no sirvo? ¿Es que mi profesión no tiene valor?’”, explica Tabernero.
Según explica este psicólogo, el difícil contexto social y económico ha provocado en algunas personas un déficit de autoestima, sobre todo entre quienes otorgan gran valor a la aprobación social. “No tenerla les ha creado un vacío, y con tanto tiempo para reflexionar, han podido rumiar esos pensamientos negativos, lo cual ha derivado en acabar haciéndose preguntas y en empezar a valorar un cambio”, puntualiza.
¿Cuál es el siguiente paso?
Marina se plantea invertir en una formación para poder aspirar a puestos más relevantes en el sector de la publicidad. “Lo malo es que son másters que cuestan a partir de 6.000 euros y no tengo muchos ahorros. Este confinamiento me ha servido para darme cuenta de todo lo que he hecho mal en los últimos años mientras pensaba que lo estaba haciendo genial”, confiesa. “Estoy cambiando bastantes cosas en mi vida, como empezar a ahorrar y pensar a largo plazo, no solo en la semana que viene”.
El cambio que Ángela se plantea es más radical: está valorando opciones para cambiar de sector profesional. “Me he puesto como fecha tope el 1 de septiembre para tener una decisión tomada y ejecutarla. No puedo dejar mi trabajo, así que estoy pensando sobre todo en hacer algún máster los fines de semana o incluso un bootcamp para aprender a programar. Soy bastante creativa y podría explotar esta cualidad”.
Ambas historias sugieren un final feliz en forma de mejora profesional y de retorno a la formación tras haberse enfocado exclusivamente en adquirir experiencia laboral. En la era de los propósitos posconfinamiento, si te sientes identificado con este sentir y te estás planteando si tu trabajo realmente tiene sentido, es el momento de utilizar esa sensación para reorientarte hacia una mejora y evitar que se enquiste la tristeza. Aprovecha.
*Explora nuevas maneras de trabajar si crees que el trabajo puede y debe ser diferente en Welcome to the jungle.