Así es María Pascual, la diseñadora de las joyas que ha enamorado a Dulceida y otras influencers

Comprarte un María Pascual es como hacerte un tatuaje, no puedes tener solo uno, sabes que será el primero de muchos. 

Entrevistar a María Pascual es como sentarte a tomar algo con una amiga y que te cuente su vida. La única diferencia es que ella es quien diseña las joyas que llevan con devoción blogueras tan influyentes como Dulceida, Paulagonu o Laura Escanes y a las que se han vuelto adictas todas tus amigas. Si sigues un poco la moda en Youtube y especialmente Instagram, habrás escuchado su nombre, habrás visto sus ya míticos colgantes dorados y puede que incluso lleves alguno al cuello. Pero poco sabrás de quién es en realidad María, esta chica sencilla y reservada que ha tenido la valentía de creer en su sueño, de dejarse la piel por él durante los últimos cuatro años y de seguir siendo ella misma cuando se sienta a contar su historia en una entrevista.

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María Pascual durante un viaje que hizo a Japón.

"Yo te voy contando y tú me paras cuando quieras, pero te aviso que no tengo filtro", empieza después de pedirse un smoothie de frutas en un local modernillo cerca de la oficina que lleva su nombre en el barrio de Gracia en Barcelona. Nos acompaña también su hermana, Carla Pascual, que es quien tan amablemente te resuelve cualquier duda o problema que les comuniques por correo o WhatsApp cuando te compras algo en su web. "La atención al cliente es importantísima para mí, ante todo quiero que las personas se queden contentas y quieran volver", defiende María sobre el papel de su hermana que entró a trabajar con ella hace un par de años al igual que su padre, Xavier Pascual, que se ocupa de la parte logística, administrativa y también de hacer las fotos.

La India lo cambió todo

El mismo padre al que le entró la risa cuando María, después de estudiar cuatro años en Londres diseño de interiores, le dijo que quería dedicarse a hacer sus propias joyas. Pero pronto vio que su hija iba en serio y que sus creaciones gustaban a cada vez más gente. En realidad llevaba toda la vida haciéndolo. "Empecé vendiendo a las amigas de mi madre", recuerda con nostalgia de la época en la que se pasaba el día ensamblando collares de bolitas, comprando piezas para hacer pendientes y haciéndolos con sus propias manos. Pero se dio cuenta de que, si quería dedicarse a ello, tenía que encontrar a alguien que se las produjera, así que allá por el 2013 cogió todos sus ahorros no más de 2.000 euros y se fue dos meses sola a la India a buscar proveedor.

Sha-sha-Shadows 🔥 #dulceraya 😂

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A ese viaje le siguieron muchos más para conseguir que los colgantes, pulseras, pendientes y anillos fueran exactamente como ella quería. Ahí es donde eligió el el latón como material y decidió apostarlo todo por el dorado antes de que el común de las mortales nos diéramos cuenta de que se estaba acabando la hegemonía de la plata que tantos años ha durado. Además, probando, vio que lo mejor era chapar sus piezas con tres micras de oro, bastante más de lo habitual en bisutería, para evitar que se estropearan con el paso del tiempo ni del agua. "Mira, estas pulseras las llevo desde hace tres años y siguen perfectas", comenta Carla, que las combina con otras de colecciones más recientes.

La explosión de Instagram

Comprarte un María Pascual es como hacerte un tatuaje, no puedes tener solo uno, sabes que será el primero de muchos. Tiene un estilo muy personal y sus joyas combinan muy bien entre ellas. Algunos colgantes son de los finitos que te pones y no te quitas en años. Otros, más grandes, que puedes ir añadiendo según el humor con el que te levantes pero sin necesidad de quitarte el que ya lleves porque las cadenas tienen diferentes largos. Este es el estilo que enamoró a la bloguera de moda más importante en España, Aída Domenech, archiconocida como Dulceida, y que no se cansa de decirlo en sus vídeos y de publicar fotos llevando sus joyas en Instagram. Otro tanto ocurre con Paula Gonu 1,3M seguidores que lleva tiempo sin quitarse la cadena de corazones con la que también se la puede ver en sus ya míticos vídeos de Youtube bailando reggaeton.

Alguien podría caer en el error de pensar que María 'solo ha tenido suerte', pero se estaría equivocando, y mucho, porque María no esperó a su suerte y se fue a buscarla, no solo a la India, si no a decenas de mercadillos a los que iba por todo el país a vender sus joyas. "He estado en Cádiz, en Madrid, en Valencia, me he recorrido toda España", recuerda María delante de su smoothie del que ya le queda poco porque llevamos un buen rato hablando.

Visión millenial de negocio

Al principio lo hacía todo ella sola, dibujaba las piezas, las mandaba construir, ensamblaba algunas de ellas, las metía con cuidado en la caja, ponía la dirección y las llevaba a Correos para que te llegara a tu casa si eres de las que la conoce hace tiempo. Pero pronto el trabajo la empezó a desbordar y su padre y su hermana fueron a echarle una mano. Durante bastante tiempo fueron el equipo perfecto porque ellas aportaban la creatividad, la visión millenial y esa atención al cliente tan cercana, y él toda la experiencia de una vida trabajando. Pero los pedidos se multiplicaron, tuvieron que pasar del piso de María a la oficina que tienen ahora en el 16 de la calle Luis Antúnez y también empezar a incorporar nuevas personas a su, hasta entonces, empresa familiar.

Ojalá el verano no acabara jamás ✨ photo by my love #toelrrato #comosiempre #quepesadasoy

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Ni a María ni a Carla les gusta hablar de cifras de facturación ni de números de pedidos, pero el crecimiento en los últimos años ha sido muy importante y no tiene pinta de que la cosa pare. "Queremos crecer poco a poco, de forma sostenible y seguir manteniendo esta interacción tan cercana con la gente", dice María, que gestiona ella misma las redes sociales y contesta a todo lo que le preguntan por Instagram. Esto lo combina con lo que mejor se le da, que es crear nuevas joyas: "Me inspiro en muchas cosas, pero acabo diseñando lo que yo me pondría"; ella y tantísimas otras personas sus piezas no solo las llevan chicas de todas las edades. Pero María Pascual sigue siendo María: una chica normal, que se muerde las uñas durante la entrevista. Tiene los pies en el suelo, pero también el valor de soñar con llevar sus joyas cada vez más alto y dar, tal vez, el salto a Estados Unidos, aunque solo lo hará si puede continuar fiel a su esencia.