El mes pasado fue un mes duro para las mujeres transgénero del Reino Unido: la Corte Suprema del país publicó una sentencia en la que decía que lo que define legalmente a una mujer es su sexo biológico al nacer y punto, lo que hace que las mujeres trans no puedan acceder a espacios reservados a las mujeres. Ni baños de mujeres. Ni cárceles de mujeres. Ni clubes deportivos para mujeres. Una exclusión legal que aumenta la discriminación hacia este colectivo y que ha recibido reacciones muy opuestas por parte de la sociedad. Sí, hay quienes han celebrado el fallo porque no quieren que las mujeres trans tengan los mismos derechos que las mujeres biológicas.
Pero no todo está perdido. Las organizaciones en defensa de los derechos trans han protestado y mucho y se están haciendo oír en todo el país. Y Victoria McCloud, la primera jueza transgénero del Reino Unido, ya ha anunciado que llevará al país al Tribunal Europeo de Derechos Humanos por no permitirle presentar pruebas sobre cómo la sentencia afecta a las personas trans. Como ha dicho ella, “el Tribunal Supremo se negó a escucharme y no dio ninguna razón”. No la tuvieron en cuenta. A ella. Una jueza. Una mujer con conocimiento especializado y personal sobre el asunto que podría haber aportado muchísimo al juicio. Pero no parecía convenirles demasiado.
No es la única. Otro colectivo especializado que ha condenado la sentencia del Tribunal Supremo ha sido la Asociación Médica Británica (BMA), que la ha calificado de “científicamente incompetente” y “biológicamente absurda”. Y es que establece que las mujeres trans pueden ser excluidas de los espacios exclusivos para mujeres siempre que se haga de modo proporcionado. ¿Pero qué mierda significa eso? “Reconocemos como médicos que el sexo y el género son aspectos complejos y polifacéticos de la condición humana y tratar de imponer un binario rígido no tiene ninguna base científica en la ciencia o en la medicina”, han declarado públicamente. Poco más que añadir.
Lo guay es que no es la primera vez que la BMA sale en defensa del colectivo trans. También luchó para que se levantara la prohibición de los bloqueadores de la pubertad en menores de 18 años y criticó muy duramente un informe, el informe Cass, que decía que la atención de afirmación de género para jóvenes trans debía prohibirse. Y son médicos. Todas esas personas en las que confiamos ciegamente para que nos mantengan con vida. ¿No sería lógico escucharles ahora para arrojar luz sobre toda esta movida? Si no se hace no es por una cuestión de desconfianza hacia su criterio, sino porque todo esto tiene tufillo político reaccionario y quieren imponer su lógica binaria sea como sea.