Los futbolistas no salen del armario porque el odio todavía llena los estadios

Los discursos testoterónicos de ‘huevos y cojones’ y una industria sometida al pensamiento de dirigentes reaccionarios provocan que la homosexualidad en el fútbol masculino siga siendo un tema tabú

Puede que su nombre no te suene pero Justin Fashanu fue el primer futbolista de elite que declaró su homosexualidad. Hace escasamente una semana se cumplieron 30 años desde que el jugador inglés lo hizo público en el diario The Sun. El acto, brutalmente simbólico para un época en la que SIDA y homosexualidad se asimilaban bajo un mismo estigma, no le supuso fama o reconocimiento sino más bien lo contrario. Fashanu lo pagó con su vida suicidándose en 1998 tras ser expulsado del equipo y vilipendiado por entrenador, compañeros y aficionados. A pesar de su valentía ningún equipo quiso volver a contratarlo y sumido en depresión tras una acusación falsa de violación se quitó la vida en el garaje de su casa

En homenaje a su coraje, el 19 de febrero, fecha de su nacimiento, se celebra el día internacional contra la LGTBIfobia en el deporte. Es por ello que la semana pasada, Fashanu ingresó en el Salón de la Fama del fútbol inglés y fue homenajeado por la hinchada del Norwich. Por desgracia, y por simbólico que pueda parecer este tipo de reconocimientos póstumos, tres décadas después de que Fashanu saliera del armario la homofobia mata y persiste en los campos de fútbol. En España, ningún jugador de fútbol masculino ha querido dar el paso por miedo a recibir insultos.

La homofobia en el fútbol es cosa de tíos

Resulta paradójica que en el caso del fútbol femenino, que muestra otros valores, la homosexualidad está totalmente normalizada. La campeona mundial Megan Rapinoe es activista LGTBI y al recoger el premio The Best como mejor jugadora del mundo expresó su compromiso: "Todos los que estamos aquí tenemos una oportunidad, podemos utilizar el fútbol para cambiar el mundo. Tenemos un poder increíble para luchar contra el machismo, el racismo y la homofobia".

Rapinoe es lesbiana y como icono LGTBI metió el dedo en la llaga y dijo que “no puedes ganar un campeonato sin gays, es ciencia”. Una de las imágenes virales del último Mundial de fútbol femenino fue el beso entre la jugadora sueca Magdalena Eriksson y la danesa Pernille Harder. Sus selecciones se jugaron la clasificación para el campeonato mundial y se clasificó Suecia. Harder se quedó sin Mundial con Dinamarca y fue a animar a su novia Eriksson con la camiseta de Suecia.

La industria del fútbol masculino está dominada por jerarcas con ideología reaccionaria y es reacia a cualquier tipo de cambio por el progreso. El presidente de la Liga, Javier Tebas, exdirigente de Fuerza Nueva y simpatizante de VOX para defender a Zozulya se preguntó: “En el Rayo no quieren nazis, ¿y si mañana otro equipo no quiere homosexuales?" El waterpolista del Terrassa, Víctor Gutiérrez, es de los pocos deportistas que ha querido hacer pública su homosexualidad en España. El boya madrileño explicó en una entrevista en la COPE con Juan Antonio Alcalá, primer periodista deportivo en España que salió del armario, que “el futbolista sabe que va a tener a 40.000 aficionados gritándole ‘maricón’ hasta que se retire".

El último gran bastión de la homofobia

Y es que el fútbol es uno de los últimos reductos donde los machos encuentran un bastión inexpugnable. Así nos lo ha querido explicar Jesús Tomillero, el primer árbitro de fútbol que se declaró abiertamente gay en España, y que ahora trabaja en diversas asociaciones para combatir la LGTBIfobia: “Clubes y federaciones no protegen a ningún jugador y no se ven respaldados. Lucho para que a ningún futbolista le pase lo que me pasó a mí que tuve que dejarlo por los insultos”. En 2015, Tomillero recibió gran atención mediática al declararse públicamente homosexual y muchos equipos se pusieron en contacto con él. Un gran club español pensó en él para hacer un saque de honor, pero los dirigentes se echaron atrás pensando que acabaría siendo pitado.

A día de hoy, Tomillero sigue trabajando para conseguir que se recoja el delito de odio al colectivo LGTBI en el deporte. “En el fútbol se encuentran todos los clichés y estereotipos del machismo”, explica Tomillero. En muchos discursos de entrenadores y de hinchadas, da la sensación de que para ser buen futbolista tienes que ser muy macho y con mucha testoterona con argumentarios de “echarle más huevos”. Un ejemplo reciente es el de Sergio Ramos que declaró “esta semana es cuando se ven a los tíos”. Como si apelando a los huevos se ganaran los partidos y no con inteligencia y siendo mejor que el rival.

Los futbolistas y sus esposas como trofeos

En 1998, cuando Fashanu declaraba públicamente su homosexualidad, el seleccionador argentino Daniel Passarella respondía que él nunca llevaría a un homosexual para la selección y pidió una actitud militarista con peinados rapados a sus jugadores. Esta visión machirula la llevó hasta niveles de paroxismo persiguiendo a Fernando Redondo del Real Madrid por su peinado y dejándolo fuera de las convocatorias. “El pelo largo hace perder concentración en el juego”, se excusaba.

Guti ha sido uno de los futbolistas que ha sufrido cánticos homófobos en los campos de fútbol. Sin embargo, desaprovechó la oportunidad para mostrarse contrario a la homofobia. El ahora técnico del Almería siempre respondió con gestos de machito utilizando a mujeres como trofeos para exhibir la supuesta virilidad cuestionada. A una periodista que le preguntó por qué era un tabú la homosexualidad en el fútbol, la respondió que “teniendo estos bellezones delante es imposible ser homosexual” y a una pancarta del PES en Twitter de “Guti Maricón” contestó con una fotografía besando a su pareja Romina Belluscio.

Pocos valientes y demasiado cobarde

Pocos futbolistas han hablado públicamente de su orientación sexual. El australiano Andy Brennan del Green Gully y el sueco Anton Hysén del Utsiktens BK o el norteamericano Robbie Rogers, ya retirado, han sido de los pocos futbolistas en activo que han hablado sin tapujos de su homosexualidad. Rogers fue recibido por Obama en la Casa Blanca cuando lo hizo público. Otros futbolistas como el alemán internacional Thomas Hitzslperger prefirieron hacerlo una vez se retiraron. El último futbolista en declarar públicamente su homosexualidad ha sido Nicolás Fernández de General Belgrano en Argentina. El portero es insultado y dice que se lo toma a chiste porque los insultos hablan más de ellos que de él.

Uno de los futbolistas que ha tenido expresiones homófobas ha sido Ivan Rakitic que en una entrevista en 2011 dijo: “Respeto a los homosexuales, pero no quiero a esa gente en el vestuario. No me marcharía de un equipo por eso, porque respeto igual a un homosexual que a un negro, un gordo o un enano, pero de ser posible prefiero no tener gais en mi vida”. Sin embargo, no todo son casos de insultos y actitudes homófobas en el fútbol. Ha habido campañas remarcables para romper tabúes como la de la revista Panenka, que envió brazaletes con la bandera arcoíris para que los capitanes de Primera y Segunda las portaran y también futbolistas heteros que han animado a sus compañeros a decir que son gays.

El portero alemán Neuer aseveró que “quien sea homosexual debe reconocerlo. Eso alivia y los hinchas se acostumbrarán rápidamente". El Pato Guzmán, portero de Tigres de México, se tiñó el pelo con los colores de la bandera LGTBI. Y Antoine Griezmann en la revista Tetu Magazine dijo que “la homofobia no es una opinión es un crimen” y pidió a sus compañeros que si escuchan insultos homófobos parasen el partido. Ojalá más futbolistas actuaran como ellos para acabar con la homofobia que mató a Fashanu.