Así funcionan las redes que secuestran niños para venderlos en el mercado negro

Algunos son para mujeres ricas estériles que no dudan en pagar para conseguir una "adopción exprés". Pero otros son para la brujería y sacrificios humanos. "Mientras me paguen, qué más da", dice una secuestradora

Rebecca era una adolescente de Nairobi Kenia. Tenía 15 años y su familia no tenía ni para pagar las cuotas escolares, así que abandonó la escuela. Los gastos continuaron, la precariedad se agravó y acabó en la calle, mendigando. Se volvió adicta a inhalar pañuelos empapados en combustible de avión, una forma muy barata de colocarse. Lo hacía para perder la vergüenza de acercarse a extraños y pedir dinero. Un día, en sus incursiones mendicantes, se topó con un hombre mayor y con dinero que prometió casarse con ella. Pero tras acostarse con ella, la dejó embarazada y desapareció. De esa noche nació su hijo, Lawrence Josiah. Lo crio en la calle durante un año y unos meses, pero una noche se durmió “y nunca volvió a verlo”, relata a la BBC, que la ha entrevistado.

“En algún lugar, el hijo de Rebecca tiene 10 años. Podría estar en Nairobi, donde ella vive, o podría estar en otro lugar. Podría, lo sabe en lo profundo de su corazón, estar muerto”. Eso fue en 2011. Y no fue la última vez que sucedió. “Lo he buscado de aquí hasta Bombay. Nunca he estado en paz desde que perdí a mi hijo”, recuerda Esther, otra mujer cuyo hijo fue secuestrado. "Lo quería tanto. Los perdonaría si me devolvieran a mi hijo", añade Carol, otra víctima de robo de bebés.

El mercado negro de bebés está en auge, asegura la cadena británica. Y tiene en el punto de mira a las mujeres más vulnerables de países africanos como Kenia, especialmente de las madres sin hogar. “Los raptan y los venden para obtener ganancias enormes”, este tráfico, además, se da a través de clínicas callejeras y hospitales administrados por el gobierno. “Hay funcionarios implicados”, denuncia el artículo, personas ricas que se aprovechan de “oportunistas vulnerables” para hacerles el trabajo sucio: “entre los oportunistas se encuentran mujeres como Anita, una alcohólica y consumidora de drogas que vive intermitentemente en la calle, y gana dinero robando hijos a mujeres como Rebecca, yendo a por madres con bebés menores de tres años”.

“A veces droga a la madre, le da pastillas para dormir o pegamento. A veces juega con el niño. Anita tiene muchas formas de conseguir niños”, asegura una amiga de la ladrona de niños. Los periodistas a cargo del artículo lograron reunirse con ella, que les contó que su jefe la presionaba para robar más niños, ya que era un mercado muy lucrativo, sobre todo por parte de madres ricas estériles que querían “una adopción exprés” y estaban dispuestas a pagar lo que fuera por un niño robado. Pero no son los únicos compradores, también hay algunos vendidos para rituales.

“Sí, se utilizan para sacrificios. Estos niños simplemente desaparecen de las calles y nunca se los vuelve a ver”, añade la secuestradora. Como explicó su amiga, “es una mujer de negocios, nunca dice lo que hace con los niños. No le importa nada, si los lleva a la brujería o lo que sea. Mientras tenga dinero, no pregunta”. Ahora, Anita ha sido detenida gracias a esta investigación y un operativo encubierto. Y aunque la policía sigue investigando estos casos, es muy difícil desarticular este mercado negro, son redes muy amplias y con muchas personas implicadas. Y, como Anita, muchas veces solo detienen a los peones más débiles de la cadena del tráfico, los que ejecutan las órdenes, pero no los que las promueven.