Estas son las técnicas sádicas que usaban las mujeres para depilarse hace un siglo

Cal viva, fricción o descargas eléctricas eran algunas de las técnicas empleadas por las mujeres para extraerse el vello de la piel

En la actualidad hay mujeres que se depilan y hombres que también lo hacen. También hay mujeres que no se depilan y hombres que tampoco lo hacen. En el ámbito de las mujeres esta decisión la de depilarse o no por fin corre por su propia cuenta. No es algo que se tenga que hacer de forma obligatoria. No obstante, si no te depilas, hay quienes creen que tienen el poder de opinar, juzgar o señalar con el dedo esta decisión. No te preocupes, siempre habrá personas que crean esto. Las técnicas de depilación actuales cera caliente, espumas, cremas o cuchillas o láseres podríamos decir que no son —del todo— dolorosas, al menos no comparadas con las que aparecen en el libro Depilación definitiva. Un repaso por las técnicas depilatorias de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, escrito por María Barba e ilustrado por Cristina Calvache.

Cremas que queman el pelo, electrólisis, rayos x o fricción con carbón eran algunas de las técnicas utilizadas en esta época, no obstante, muchas de ellas aún se usan todavía hoy en día. En el libro se realiza un repaso por ellas y se describen como métodos de terrible tortura autoinfligida. Las reflexiones de la autora se presentan para intentar, realmente, deconstruir este ritual de 'belleza' que tenemos insertado en la mente de forma tan fija. "Si por depilación estética entendemos aquella por la que las mujeres se ven en la obligación social de no mostrar su vello corporal, se podría calcular que aproximadamente desde la Edad Media se viene construyendo este ideal de feminidad", explica la autora.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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Los depilatorios, en primer lugar, era como se le llamaba a los polvos o las cremas que se conocen aún en la actualidad. Estos depilatorios estaban elaborados con elementos químicos que hacían que el pelo se cayera o bien se quemara que sigue ocurriendo hoy en día. De hecho, algunas de estas cremas estaban compuestas por arsénico, un elemento químico extremadamente tóxico. Un veneno, vaya. Pero no eran las peores. Había también depilatorios hechos con cal viva, la cual —en contacto con el agua— podía superar los 100 grados, dejando la piel en carne viva. No solo afectaba a la dermis sino también a los ojos y otras partes de la piel por el gas que se vaporizaba.

No era esta la única técnica depilatoria que dejaba la piel en carne viva. Otro de los métodos, el de la depilación por fricción también lo hacía. Y sí, esta técnica es tal y como la imaginas: se trataba de exfoliar la zona con vello con unos guantes que estaban fabricados con una lámina de carbón. Con la fricción el vello se recortaba. Se recomendaba presionar para llegar a la raíz del vello y retrasar su crecimiento. Si esto te parecía doloroso, aún hay métodos peores. Las descargas eléctricas eran uno de ellos: la técnica consistía en ir destruyendo, a través de una aguja —la cual soltaba una descarga eléctrica— cada bulbo capilar, para asegurar que el vello no volviera a crecer. Se trataba de ir pelo por pelo y no solo era extremadamente doloroso sino que dañaba la piel generando irritación e hinchazón que tardaba días en recuperarse.

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La última técnica se cobró incluso la vida de una persona. Se trataba de utilizar rayos X para depilar. Estos rayos, según se explica, daban buenos resultados. Lo que no sabían era que estar expuestx de forma continua a ellos generaría enfermedades como cáncer. Se tardaron muchos años antes de descubrir el fatídico desenlace que generaban los rayos X, por eso luego dejaron de utilizarse para depilar. La autora, con todos los métodos expuestos, lanza una crítica necesaria para la actualidad: "Te han vendido la idea de que eres una mujer deconstruida, que decide cuándo depilarse sin darle explicaciones a nadie. Eres bienvenida al feminismo mainstream de tu época, aquel que compra sus propias ideas y sigue participando de las mismas dinámicas del sistema capitalista, olvidando que el acto de depilarse en sí mismo tiene un componente histórico marcadamente sexista, clasista, racista e incluso especista”.