“Me llamo David y te daría 1.000 euros por tu buena amistad por WhatsApp y sexo por teléfono si aceptas”. Esa es una de las peores respuestas que recibió una joven alicantina de 18 años, después de colgar en la web Mil Anuncios que buscaba trabajo como niñera o impartiendo clases particulares. Por desgracia, no es la única. Hasta el momento ha recibido más de 12 mensajes o llamadas de acoso y que no tenían absolutamente nada que ver con lo que ella solicitaba. Parejas, hombres e incluso mujeres le han ofrecido sexo, sesiones fotográficas u otras tareas repugnantes. No ha tenido ninguna respuesta seria ni que cumpliera con lo que ella había publicado en su demanda de trabajo. Por eso ha querido denunciarlo públicamente a través de un hilo en Twitter.
No es la primera vez que sucede esto. Varias veces se han visto por redes sociales las denuncias de mujeres que son incordiadas con este tipo de mensajes. Decenas de casos en los que las chicas comparten pantallazos de los mensajes que reciben. Palabras, al fin y al cabo, de acoso que las obligan a bloquear a quienes se ponen en contacto con ellas o a amenazar con una denuncia. En el caso de esta joven lo que abundan son los supuestos ‘fotógrafos’ a los que se ha bautizado coloquialmente como follógrafos. Hombres que, bajo la premisa de realizar una sesión de fotos artística, buscan quedar a solas con las jóvenes y aprovechar para abusar de ellas o que a través de este contexto puedan tener la oportunidad de ‘algo más’. Repugnante.
El caso de los follógrafos es famoso porque la forma de hablar es de ‘buen rollo’, amigable y de semi profesional. Así, de forma sutil, pueden ir colando sus desagradables intenciones. Otras de las ofertas que le llegaron a la joven eran más directas e igual de asquerosas. Un individuo le preguntó si hacía masajes por dinero, otra chica le escribió porque ella y su novio buscaban abrir la relación, otro hombre le habló para proponerle 150 euros por ‘citas especiales’ o por dejarse chupar sin ella "hacer nada" e incluso le hablaron desde una supuesta productora de Internet de cine para adultos, en la cual le pagarían por sesión —y al momento— entre 300 y 400 euros. Es abrumadora la cantidad de mensajes que la joven llegó a recibir y más agobiante es pensar que ninguna de las respuestas era acorde a lo que ella solicitó.
El problema es evidente: se trata de una situación de acoso brutal que muestra una realidad preocupante. Y es preocupante porque, a pesar de que esta chica de 18 años supo detectarlo y denunciarlo públicamente, muchas otras jóvenes no lo detectarán y caerán en este tipo de trampas de acoso. Internet, a veces, es un lugar inseguro y estas proposiciones deberían estar penalizadas para que cualquiera de nosotras pueda buscar empleo a través de esta vía y tener la tranquilidad de saber que no aparecerá una horda de personas con intenciones repugnantes. La forma de impedir esto es seguir compartiéndolo y denunciándolo para que muchas más sepan y conozcan las fórmulas de abuso que pueden existir.