Un Mundial cargado de machismo y acoso sexual

Varias reporteras de diferentes países están sufriendo el acoso sexual de aficionados de diferentes equipos

Los ojos del planeta entero miran estos días al Mundial de Rusia. Tanto foco convierte el torneo en una oportunidad inmejorable para coronar ese #MeToo que nos ha acompañado durante el año y demostrarnos a nosotros mismos que el fútbol no tiene por qué ser machista. Pero no lo estamos consiguiendo. El último episodio sexista tuvo lugar ayer tras el partido que enfrentó a Colombia con Japón, cuando varios aficionados colombianos grabaron un vídeo donde realizaban chistes machistas a dos hinchas japonesas, el fútbol.

La Cancillería Colombiana, garante de la imagen exterior del país, no ha tardado en condenar lo sucedido: "Comportamientos de hinchas que hacen repetir mensajes groseros en español a dos mujeres japonesas no solo degrada a la mujer, insulta a otras culturas, nuestro idioma y a nuestro país. Inaudito maltratar a una mujer aprovechándose de las barreras idiomáticas". Un acto denigrante que ha provocado ese #NosHacenQuedarMal de la sociedad colombiana. Pero no son los únicos que están sufriendo el pésimo ejemplo de sus compatriotas en Rusia.

Hace unos días, la reportera colombiana Julieth González sufrió en directo el acoso sexual de un aficionado ruso que invadió el plano, la abrazó y la besó sin consentimiento alguno. Horas más tardes, la propia reportera pedía respeto a través de las redes sociales: "No merecemos este trato. Somos igualmente valiosas y profesionales". Un acto, el de ese aficionado ruso, que varios hinchas argentinos trataron de repetir con una periodista argentina, que tuvo que usar la fuerza y el micrófono para impedir ese beso robado, sufrió en directo el acoso sexual.

Pero la cosa no acaba ahí. Un hincha islandés intentó, tras el partido que enfrentó a su país con Argentina, impedir la entrada en vivo de la reportera Agos Larocca. Un hincha peruano acosó a una aficionada rusa. Y varios hinchas brasileños se dedicaron a burlarse de una reportera rusa cantándole palabras obscenas en portugués. Un compendio de comportamientos machistas que demuestra una vez más que el machismo no entiende de banderas ni fronteras. Es un mal planetario que lo infecta todo. Pero junt@s terminaremos por derrotarlo.