No es un dato random ni mucho menos exagerado. Es el resultado de un nuevo estudio realizado en la Universidad de Aarhus, en Dinamarca, y que ha confirmado que efectivamente las madres soportan mucha más carga que los padres a la hora de levantarse en mitad de la noche para atender a un bebé que llora. Concretamente el triple. Y no, lo de que es porque las mujeres están programadas para despertarse más fácilmente con el llanto de sus hijos no es cierto: es otro bulo más para seguir justificando una disparidad en la crianza que se remonta a milenios. No hay ninguna diferencia de sensibilidad en este sentido. No llamemos biología a lo que en realidad es machismo.
Y te digo esto porque ese mismo estudio también analizó esas supuestas diferencias y no halló nada. Como se explica en el paper de la investigación, “contrariamente a lo que se suele decir en los medios de comunicación, nuestros participantes masculinos no durmieron a pesar del llanto del bebé”. Olvídate del mito ese del hombre impertérrito que está tan cansado de cazar mamuts que no se entera de que su hijo sufre porque no tiene fundamento ninguno. La triste realidad es que madre y padre escuchan el llanto por igual, pero normalmente es ella quien hace el esfuerzo de salir de la cama para calmarlo.
“Nuestro modelo matemático demostró que la gran diferencia en el cuidado nocturno no puede explicarse por las pequeñas diferencias observadas en la sensibilidad sonora entre hombres y mujeres”, añaden los autores. Porque sí, hay diferencias: ellas son más sensibles a los sonidos muy suaves, pero para nada el llanto de un bebé se enmarca entre esos sonidos. Es más bien brusco y poderoso. Desagradable. Excusa destrozada. Ahora, y sin esto como salvavidas, está lo del amamantamiento. Seguramente quiera comer y eso es cosa tuya. NO LO SABES. Levántate, conoce a tu bebé y descubre qué necesita antes de dar órdenes.
Porque esto es muy sencillo: si no estás dispuesto a levantarte en mitad de la noche, si no estás preparado emocional y mentalmente para salir de esa cama tan calentita en invierno por amor, no tengas un bebé. Lo que no podemos seguir haciendo los hombres es dar el paso y luego hacernos los longuis mientras ellas sacrifican su sueño, su salud y su vida. Ya son demasiados siglos de la misma cantinela. De excusas y chorradas. Si no hemos encontrado la manera de equilibrar la balanza es porque no nos ha dado la gana, no porque no se pudiera. A espabilar.