Las relaciones humanas son extremadamente complejas. Por eso has terminado tantas amistades y romances a lo largo de tu vida. Es lo normal. A nadie le extraña que ya no quieras seguir quedando con quien algún día fue tu mejor amigx. O que quieras cortar una relación romántica que ya no te satisface. Sin embargo, es muy diferente con los hermanxs. Por alguna razón, la sociedad piensa que deberías hacer lo imposible por llevaros bien. Y si no lo hacéis, si la cosa no fluye, te juzga profundamente. Como si hubiera algo malo en ti.
Como explica en Psychology Today la escritora Fern Schumer, autora del ensayo Brothers, Sisters, Strangers: Sibling Estrangement and the Road to Reconciliation, "a lo largo de la cultura, desde la ópera hasta las sitcoms, se asume y se insta a los hermanos y hermanas no solo a mantener, sino también a priorizar, por encima de todo, a sus familias". En tu situación, seguro que has escuchado cientos de veces aquello de "no puedes elegir a tu familia" o "es sangre de tu sangre". Te empujan a hacer esfuerzos que no deseas hacer.
Elige tu red de apoyo
Y que no estás obligadx a hacer. Una de las cosas más bonitas de la adultez es que puedes elegir a las personas de tu red de apoyo. Y si tu hermanx no tiene sitio en ella, porque es tóxicx o porque no te importa lo suficiente, es tu elección y nadie debería condenarla. Por desgracia, y según la propia Schumer, esto no es así. Incluso si no recibes un comentario crítico, recibes "una mirada en blanco, una mirada desviada o un silencio incómodo", lo que transmite a lxs hermanxs distanciadxs "la sensación de que tienen algo vergonzoso que ocultar".
Esto probablemente te haya llevado a evitar hablar del tema. "Al carecer de una comunidad empática, algunxs hermanxs distanciadxs se las arreglan con evasión, redirigiendo la conversación con la esperanza de evitar la desaprobación social. Se sienten invisibles, sin sentido, juzgadxs y percibidxs deficientes por una cultura que celebra y espera la cohesión familiar", dice esta autora. Lógicamente, el hecho de no poder compartirlo con otras personas empeora las emociones asociadas al distanciamiento. Es una pena solitaria. Silenciosa.
Le pasa a mucha gente
Lo más absurdo de todo es que es una pena silenciosa que comparten muchísimas personas. En concreto, y según un estudio de Stand Alone, organización británica dedicada a apoyar a familiares separadxs, y el Centro de Investigación Familiar de la Universidad de Cambridge, "el 54% de lxs participantes estuvieron de acuerdo con la afirmación de que 'el distanciamiento o ruptura familiar es común en nuestra familia". No es tan raro. ¿Por qué no dejamos entonces de juzgarnos los unxs a los otrxs y nos comprendemos un poquito más?