El lado poético del coronavirus
no existe.
No estoy siendo productiva
no escribo
apenas leo
no quiero hacer más videollamadas
quiero encerrarme en la cama
con la libertad de quien se aísla sabiendo que al amanecer
puede cambiar de opinión,
salir a la calle,
correr en los parques,
y besar las manos de su abuela
no os aguanto en esta cuarentena.
No quiero ser productiva
ni aprovechar para crear.
Desde aquí reivindico mi derecho a la tristeza
al confinamiento desesperanzado
al llanto por el llanto
a la empatía con el enfermo
a la desolación de mis extremidades.
Quiero llorar en Madrid y que nadie me salve
que nadie me explique por qué me duele la cabeza
ni cómo he de lavarme las manos
elegir el mutismo
como mi cuerpo elige la falta de apetito,
las pesadillas
y el miedo.
Cómo estáis
quiero reventarle la cabeza a quien me dice que aproveche
que aproveche qué me pregunto
pero callo
y aprovecho.
El hogar
la palabra hogar
el concepto hogar
puede que para ti sea solo una casa
una casa sin ventanas
aislada y vacía
mi hogar
tal y como yo lo pronuncio no es el mismo
de quien ahora oye
la palabra hogar.
Cómo estás
¿tienes vistas al mar?
exijo el silencio de quien señala
ordena y apremia que nos relajemos
19:57
paro de escribir
es mi momento favorito del día
apago y enciendo la luz de mi terraza queriendo llegar lejos
más lejos
enviar un mensaje cifrado
cruzando el río
comunicándome con el otro
suenan cacerolas, aplausos
gritos de niños
no quiero que acabe
enciendo y apago la luz
aplaudo
berreo
termina
y me quedo
fría, sola y más humana que nunca.
Vuelvo
estoy siendo demasiado productiva por hoy
¡no quiero!
Me acuerdo del imbécil que dice que aprovechemos
llevo el pan a mi abuelos y los saludo de lejos
tan lejos
que ni los huelo.
¿Tienes miedo a morir?
En mi casa hay mucha luz natural
entra el sol en mi habitación
se posa en mi cara
me siento afortunada por tener unos padres que tuvieran un dinero que pudiera pagar esta casa este alimento esta luz el agua los libros el internet las comodidades este ordenador desde el que ahora escribo.
La enfermedad afecta diferente según tu clase social
aprovecho —como me han instado— para recordarlo.
Me siento agradecida
y en deuda
con todas las personas que nos mantienen vivas
no me da la gana ser productiva
pero son las 8:20 de la mañana y escribo
milito frente a la pantalla
me obligo a la imaginación y pienso:
quién me paga esto a mí
quién me asegura un hogar como este
lo siento
por la queja, el llanto,
y la ausencia de flores
hacía años que no estaba tanto tiempo aquí
y mis demonios no saben qué hacer
pues el daño ya está hecho.
Os pienso desde esta terraza
desde esta luz
y este hogar
os grito cada tarde
intento manteneros a salvo
por eso aprovecho y me obligo
a ser productiva
la poesía brota de mí
como la clase trabajadora madruga,
para salvarnos.