Durante la mayor parte de la historia de la humanidad, el principal cometido de los homo sapiens residía en sobrevivir. Obtener las calorías y los nutrientes necesarios, mantenerse calentitos y no morir devorado por algún tigre dientes de sable era un triunfo diario. Pero en la actualidad y desde hace décadas, para una parte de la humanidad el objetivo vital es mucho más ambicioso: ser felices. Y, por el número de talleres, estudios y talleres que aparecen constantemente, parece que no se nos da muy bien. talleres de la Universidad de Munich hunde aún más nuestra esperanza: dice que a partir de los 20 estamos jodidxs.
Así es. La veintena parece ser la década de oro la felicidad. Esa década en la que estamos llenos de ilusiones, saboreando las primeras pizcas de verdadera libertad y autonomía, perdidos en cierto modo en el ahora de una manera caótica y hermosa y con los sueños del futuro aún por alcanzar. A partir de ahí, esos sueños son conseguidos o frustrados. En cualquier caso, la bonita incertidumbre e ingenuidad desaparecen. Ya existían investigaciones que establecían que durante los treinta, cuarenta y cincuenta caía en picado la felicidad. No obstante, había un resquicio de optimismo porque supuestamente a los sesenta ascendía épicamente.
Pero ya no. Lo que han estos dos investigadores de la Universidad de Munich es analizar todos los estudios e investigaciones realizados hasta el momento acerca de la relación entre edad y felicidad. Así han llegado a la triste conclusión de que aquella especie de U, cuyos dos picos representan los veinte y los sesenta, no es más que una mentira. Según los autores del metanálisis, todos estos estudios partían de sesgos agudos, de sesgos muy agudos o de narraciones preconcebidas que afectaban a los resultados. A partir de los 60 no volveremos a ser tan felices como en nuestros veinte. Esa es una época única e irrepetible.
Un ejemplo muy claro de ese sesgo lo establecen en Magnet Xataka, medio que también se hace eco de este estudio: "Las personas menos felices tienden a morir antes, lo que provocaría una sobrerrepresentación de los más felices en las edades más avanzadas". Esto es conocido como sesgo del superviviente. Junto con esta revisión de estudios previos, los investigadores de la Universidad de Munich trabajaron con datos de la encuesta pública alemana realizada entre 1984 y 2017 acerca de la felicidad. No hay duda: cuando termina la juventud comenzaros a perder gotitas de felicidad. Y no hay manera de frenarlo.
Quizá sea la estabilidad, que ahoga nuestra pasión. O quizá el fracaso acumulado a lo largo de las décadas. O, quién sabe, simplemente una cuestión de degradación física y fisiológica. Incluso puede que detrás de todo se encuentra la soledad, que aumenta generalmente con el transcurso de los años. Realmente no conocemos el por qué de este declive inevitable en la curva de la felicidad. Pero parecemos destinados a ello. Eso puede verse desde una óptica relativamente optimista. Que seamos algo menos felices no implica que vayamos a ser desgraciados ni mucho menos. Y, además, nos impulsa a aprovechar la juventud.