“Siempre me he querido acostar con una brasileña, que son muy calientes”, “Los negros la tienen grande” o “seguro que los gais la chupan mejor”. Frases que todos han oído y a las que no se les suele dar importancia. Incluso muchos todavía creen que son verdad o que algo de razón esconden. Sin embargo, lo único que ocultan es discriminación. Una muy concreta, la fetichización de identidades raciales, sexuales y de género.
A estas alturas ya te habrás imaginado que si no eres blanco, cisgénero y heterosexual no eres lo normativo. Y, por lo tanto, eres ‘diferente’. Esto puede despertar curiosidad a los que sí lo sean. “Suele haber una atracción hacia lo distinto”, asegura Susana Ye, periodista y autora del documental Chiñoles y Bananas. Ella lo ha vivido en su propia piel. Nacida en Alicante de padres chinos, su apariencia asiática es vista por algunos hombres como algo exótico. “Reconozco que en Tinder algunos me han hablado por curiosidad, por lo nuevo. Y eso claro, me ha facilitado ligar”.
No es la única que lo ha vivido. Valèria, una catalana adoptada de Madagascar, y José, de origen venezolano, nos explicaban en un artículo anterior que ambos, en las apps de ligue, han recibido muchos comentarios haciendo referencia a lo “exóticos”, “calientes” o “pasionales” que se les veía. Siempre, por supuesto, haciendo referencia a su etnia.
Cuando el tópico es un estigma
Aunque a priori estos tópicos puedan parecer cumplidos ¿quién no querría tener fama de ser un gran amante?, están cargados de muchísimos estigmas. Por ejemplo, pongamos que eres un hombre negro o latino. Todos asumirán que, o bien tienes un gran pene, o bien eres un gran amante. Eso puede llegar a ser problemático.
“Si no cumple los tópicos, el problema es de la persona racializada y no de la blanca que ha creado el estereotipo. El problema es que yo tengo que aguantar el estereotipo y si, además, estoy fuera del estereotipo, la culpa va a ser mía. Si el negro no la tiene grande, él es el raro. Es como si estuvieras decepcionando a la persona blanca por no cumplir sus expectativas”, explica el activista Sergio, más conocido por su pseudónimo en Instagram, @sudakamarika.
Pero es que, además, no siempre los estereotipos hacen referencia a cualidades vistas socialmente como atractivas. No todos estos tópicos racistas hablan de penes grandes o de geniales habilidades en la cama. En los hombres asiáticos, por ejemplo, estos tópicos son muy nocivos porque los definen de forma nefasta y sin atractivo.
“Se ha proyectado la imagen de un hombre asiático andrógino, blando, sin fortaleza, que no responde al patrón de la belleza masculina”, asegura Susana. La Drag Queen Kim Chi habló de este tema cuando un programa estadounidense contrató al modelo Kim Chi, de etnia asiática, celebrando que por fin se enseñase en la televisión nacional a un hombre asiático con los atributos asimilados a la belleza y el atractivo masculino, “enseñan que los hombres chinos también pueden ser atractivos”.
“Quizá son tópicos, pero no son racistas”
Acercarte a alguien porque te da curiosidad tener sexo con una persona negra, ¿es racista? Querer tener sexo porque según el tópico los latinos lo hacen mejor, ¿es racista? Ser adicto al manga y salir solo con asiáticas, ¿es racista? Es la eterna cuestión: ¿es esta fetichización algo racista?
Todos los entrevistados coinciden. “Sí, es racista porque asumes por el aspecto de alguien quién y cómo es”, denuncia Susana. Cree que a muchas mujeres asiáticas se les acercan hombres buscando el estereotipo japonés del kawaii, la chica dulce y mona. No quieren conocerla de verdad, sino que buscan alguien que satisfaga la idea preconcebida que tienen de su personalidad.
“A las chicas asiáticas se las ve como muy femeninas y manejables. Además, frente a las asiáticas muchos hombres no se sienten amenazados: es una chica mona pero no se te comerá. A veces, frente a una latina un hombre se sentirá que quizá no está a la altura de estas mujeres ‘pasionales’ y ‘fuertes’. En cambio, la asiática es ‘la vecina de al lado’, muy mona y que nunca intimida”, añade Susana.
El problema, sin embargo, no es que te atraiga cierto tipo de persona o que tengas un patrón sexual que se asemeje a una etnia. Al fin y al cabo, el sexo es algo muy personal y no todo el mundo cree que sea algo que echar en cara. El problema de sentirte solo atraído por la etnia de alguien “es que colectivizas toda su etnia, ya no son individuales sino un colectivo con unas características comunes, emparejadas a prejuicios”, expone Susana.
A Sergio se le han acercado por apps como Grindr diciéndole “hola, papi”, dando a entender que su interés estaba en que es latino. A José también le ha pasado, le han soltado frases como “siempre he tenido curiosidad por acostarme con un latino”. Es decir, te interesa de dónde es, no quién es.
Sergio cree que esto se da porque “lo ven como algo lejano” y que es racista porque solo se tiene en cuenta la persona racializada para “satisfacer un fetiche: por sus labios, que aquí no hay, por sus rasgos, que aquí no los va a encontrar”. Como aquí “el estándar es lo blanco”, todo lo que parezca de fuera llama la atención. Convierten en puro fetiche la identidad racial de la persona, algo con lo que la persona convive diariamente y por lo cual suele sufrir discriminaciones estructurales.
No solo sucede en las personas racializadas
Que conviertan tu identidad en un fetiche no solo pasa por temas étnicos. Por orientación sexual e identidad de género también ocurre. Los heterosexuales que quieren hacer un trío con lesbianas, aunque a ellas no les gusten los hombres. Los ‘heterocuriosos’ que creen que un hombre gay daría muy buena mamada. Los que ven como morboso acostarse con una mujer con pene. Son muchos los casos, pero todos iguales: creer que, desde tu privilegio, esta persona sirve para saciar tu necesidad sexual.
“Se fetichiza la identidad de las mujeres con pene. Me parece insultante porque la quieres solo para lo sexual. Ves su identidad, lo que ella es y ha construido durante años de lucha, como una simple parafilia. Algunos incluso están deseando que no se operen, porque solo les gusta el morbo de ver a una mujer con esos genitales”, explica la periodista y escritora Cassandra Vera.
Esto está muy alimentado por el porno. Se categoriza a las personas según sus estereotipos. “Lesbianas cachondas hacen trío con un hombre”, por ejemplo, podría ser un título verídico de una peli porno mainstream. Un título absurdo que va en contra de lo que son las lesbianas, pero que alimenta el tópico que tantas veces denuncian las activistas lesbofeministas y es que se cree que las relaciones entre mujeres solo existen para satisfacer visualmente a los hombres.
“El porno vende todos estos prejuicios. Cuando consumes porno, ¿ves a una asiática dominatrix? No, normalmente no. El cliente del porno quiere alimentar su sesgo. Pide lo que conoce. Al final se convierte en el porno a la persona racializada en un juguete y fetiche”, asegura Susana, refiriéndose a otros típicos títulos del porno como “latinas culonas” o “colegialas asiáticas”, temáticas porno que se sustentan y alimentan del estereotipo.
El papel de las personas cisgénero, heterosexuales y blancas
Sergio pide que estas personas que cumplen lo normativo se muestren más abiertas. “Cuando pides que corrijan estos comentarios dicen que ‘es lo que se suele decir’. Le quitan importancia porque no les afecta como personas blancas. Pero a las racializadas sí les afecta, y mucho”.
“Si le dices a un blanco que su actitud es racista, te dirá que no es su intención. Pero eso no quiere decir que deje ser algo racista. Además, parece que sea más importante que el opresor se sienta ofendido por llamarle racista que no los sentimientos del oprimido. Como si la intención eximiera la culpa de reproducir tópicos racistas u homófobos”, indica Sergio.
Susana añade que hay un racismo estructural que aunque cueste verlo, está ahí. Y aconseja sobre todo no preguntar constantemente sobre etnias o causas raciales. Sergio piensa igual, que es agotador que todas las conversaciones sean sobre lo mismo, el origen, la raza o el racismo. Una constante masterclass. “Si personas racializadas te dicen que es racista, reflexiona sobre ello. Busca de dónde vienen estos estereotipos. Si tienes dudas pregunta, pero no exijas una respuesta. Y cuando lo descubres, no basta con dejar de ser racista. También toca hacer pedagogía a los otros blancos”, aconseja Sergio.
Concluye Susana que denunciar el racismo es necesario, "porque es agotador explicar todo el día qué es la identidad, qué es la nacionalidad y dónde sientes que te perteneces. Soy una persona con muchas inquietudes y no solo quiero hablar de esto”. En definitiva, todos, independientemente de nuestra etnia, género u orientación sexual, jugamos un papel importante en la erradicación de estos tópicos y forma de relacionarnos. Y debemos asumir nuestra responsabilidad.