El tiempo vuela. Puede parecerte el cliché más manido de la historia, pero no por ello deja de ser cierto. Se va. De verdad que se va. Y quizá te estés pasando los veintitantos sumergido en esa moderación adulta que la sociedad nos exige. Ponderando. Dejando para más adelante. Pero la vida pide otra cosa. La vida invita a tomar riesgos. A equivocarse. Equivocarse sobre todo con cosas por las que merece la pena equivocarse. Estos son, equivocarse, los cinco riesgos que debes tomar durante tus veintitantos para asegurarte de que sea tu mejor década.
1. Di 'te amo'
Tienes veintitantos años. Ya has vivido lo suficiente como para saber de primera mano cómo duele a veces el amor. Así que lo tienes bien guardadito para regalarlo en pequeñas dosis que no comprometan tu felicidad. Pero no es hora de reservarse. No es hora de acobardarse. Tú solo siéntelo. Tú solo dilo. Apuesta.
2. Derrocha
Los veintitantos son una época extraña. Vivimos esa transición entre el adolescente que no valoraba demasiado el dinero y el adulto preocupado por su futuro. Pero el dinero puedes recuperarlo una y otra vez. El tiempo no. Así que coge tu dinero y derróchalo. En un viaje de la hostia. En una nueva cámara de fotos. En saltar en paracaídas. Lo que sea que te ilusione.
3. Persigue tus pasiones
Nunca es tarde para apostar por lo que de verdad te gusta. Pero jamás será tan fácil como lo es en este momento. Mudarte, cambiar de empleo o volver a estudiar es mucho menos traumático ahora que dentro de veinte años. Así que no te conformes con algo que no te arde por dentro. No importa lo utópico que parezca. Ponte ya a perseguirlo.
4. Deshazte de la gente negativa
Drama, drama y mucho más drama. Estás en el momento perfecto de tu vida para decir adiós a todas esas personas tóxicas que tienes alrededor. Tienes energía. Tienes tiempo. Lo tienes todo para encontrar personas que te hagan la vida mucho más bonita. ¿Por qué seguir entonces manteniendo relaciones que te destruyen?
5. Enfrenta tus miedos
Todos tenemos miedos. Los arrastramos como pesados sacos. Y cuanto más tiempo pasa, más pesados se vuelven. Por eso los veintitantos son la década ideal para deshacerte de todos ello. Porque te recuperas con facilidad de cualquier herida y porque tienes más fuerza que nunca para lanzarlos bien lejos. Lo que deje atrás, no volverá a molestarte.